Editorial

El ojo

... por Pedro Meyer

 

 

Ceasers
© Pedro Meyer 1999

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Aunque la foto que aparece arriba es solamente de un ojo, está pensada como un autorretrato. Y es que no existe nada que indique que un autorretrato deba incluir todo el rostro, ¿o sí? La razón por la cual quise indagar alrededor de esta imagen del ojo es que me llevó de la mano a varios temas que consideré valdría la pena explorar.

RembrandtSi observamos los autorretratos a lo largo de la historia de la pintura, descubriremos que reflejaban fuertemente la presencia de los espejos. Por ejemplo, se nos dice que en este autorretrato de Rembrandt el pintor cometió un error interesante el cual corrigió más tarde. Una radiografía del lienzo revela al artista sosteniendo su pincel y su paleta en la mano equivocada -es decir, como habrían aparecido en el espejo que habría consultado para realizar la pintura.

A partir de la historia de la fotografía vemos que los autorretratos no fueron hechos tan a menudo con la ayuda de los espejos como ocurrió en el caso de los pintores. Casi siempre estos autorretratos fueron hechos accionando un cable conectado al obturador, o un disparador automático tan común en las cámaras modernas. Es obvio que el proceso estaba inevitablemente sujeto al azar. ¿Disparaba uno el obturador en el momento justo?

Hoy en día con la llegada de ciertas cámaras digitales el proceso está empezando a tomar una nueva dirección. Algunas de estas cámaras tienen una pequeña pantalla giratoria, que ahora el fotógrafo puede consultar para evaluar la imagen que está siendo creada, muy como hacía el pintor con la ayuda de los espejos.NikonLa construcción de estos modelos se aparta radicalmente de aquello que estaba disponible hasta ahora, y tal como ocurre con la llegada de cada nueva herramienta a lo largo de la historia del arte, esto genera que surjan nuevas opciones creativas. Sin embargo, como ocurre con tantas herramientas producto de esta era digital, aquí tenemos un ejemplo más de cómo una nueva herramienta nos permite lograr algo ya que era posible antes (con el uso de los espejos), pero que además lo lleva unos cuantos pasos más allá. La facilidad en el uso de la pantalla introduce muchas diferencias sutiles en la manera en como creamos, y eso constituye el paso adelante.

¿Cuáles son algunas de las razones que hay detrás de hacer un autorretrato, que no sea la inclinación narcisista que algunos consideran es la principal motivación? Yo me aventuraría a decir que es la autoexploración. Por qué alguien lleva un diario, por ejemplo, si no es por una razón parecida.

Mientras inspecciono una imagen de mí mismo podrían ocurrir todo tipo de descubrimientos. A parte del obvio "¿Es así como me veo realmente?", puede que, por ejemplo, al revisar dicho autorretrato me vuelva presa de pensamientos relacionados con la mortalidad. O, como ocurre en este caso, que me lleve a examinar secciones de mi cuerpo. Mientras iba reduciendo las posibilidades para un autorretrato, el ojo se volvió cada vez más interesante.

¿Pero por qué el ojo? Se me ocurrió que este portal a nuestro cerebro se encuentra en el corazón de toda la fotografía. ¿Qué elemento más significativo que el captar el ojo del fotógrafo? Sin el ojo no hay fotografía. Sé perfectamente que podemos tener fotos tomadas sin un fotógrafo -como hacen las cámaras en un banco-, pero sucede entonces que sin el ojo del espectador que inspeccione lo que han captado aquellas cámaras no habría fotografía. El círculo tiene que ser cerrado, de una u otra manera, por la presencia del ojo.

Mientras miraba la foto que recién había tomado con la ayuda de la cámara digital, me llamó la atención el pequeño recuadro blanco en el ojo, que reflejaba la luz dirigida a mi rostro. Me recordó ciertas imágenes descritas por Jonathan Miller en su maravilloso libro/catálogo: On Reflection, que traza la historia de estos reflejos en el ojo hasta los artistas helenistas en Egipto "quienes reconocieron la importancia de mostrar el brillo reflejado en el ojo humano." Como sugiere Miller, "sin tales manchas blancas la mirada del sujeto parecería muerta y desatenta".

Hasta ahora muchos han pensado que el acto de colocar esa pequeña zona blanca de luz en el ojo -como lo describe Jonathan Miller-, era un acto premeditado por parte del pintor, mientras que en el caso del fotógrafo, pues simplemente caía en su lugar cuando tomabas la fotografía. Al pensar así, obviamente se devalúa el esfuerzo del fotógrafo dándosele mayor mérito al trabajo hecho por el pintor dado que fue un acto creativo deliberado y no algo que simplemente ocurrió, como supuestamente pasa con la fotografía.

Sin embargo, hoy en día con la presencia de las tecnologías digitales no podemos seguir haciendo tales suposiciones cuando se trata de fotografía. ¿Cómo sabrías que la pequeña mancha blanca no fue colocada por el fotógrafo? Ya sea antes de tomar la imagen, colocando estratégicamente algunas luces para producir tal efecto, o por medio de una hábil alteración digital, tal como hizo el pintor con su imagen. El caso es que ya no puede pensarse que la presencia de esa pequeña área blanca ocurra sin la intervención del fotógrafo. Los fotógrafos han ganado mucho al sembrarse esta duda acerca de qué es, si es que hay algo, lo que ha sido alterado en la imagen.

Aceptado está claro que el crédito de la innovación por crear esa zona blanca dentro del ojo debiera ser para aquellos artistas en Egipto de hace mucho tiempo. Sin embargo, hoy contamos con nuestras propias contribuciones contemporáneas sobre las cuales podemos reflexionar y que de igual manera hacen que avance el discurso artístico.

Por ejemplo, la imagen de mi ojo es una típica imagen creada con la ayuda de una cámara; es decir, con nuestra visión común y corriente no vemos las cosas con semejante detalle. Se requiere de una inspección muy de cerca para que nuestro ojo se concentre en el detalle, aunque en ese preciso momento también dejamos de ver el conjunto, el rostro entero; no podemos hacer ambas cosas al mismo tiempo.

La pupila de nuestro ojo es un lente que se ensancha o adelgaza según el caso; no es como un agujero de alfiler. Los ajustes hechos por el ojo nos permiten enfocar ya sea en algo que está cerca o en una escena distante. Los músculos del ojo tienen que ensanchar el lente para enfocar objetos cercanos o aplanarlo para enfocar un objeto lejano. Sin embargo, la fotografía nos permite tener acceso a una visión simultánea de lo cercano y lo lejano a la vez. Esto constituye una clara contribución producto de la visión fotográfica.

Para terminar, sólo déjenme recordarles que lo que están viendo en este momento con sus mismísimos ojos, en realidad no lo ve el ojo como tal. La imagen que el lente en su ojo es capaz de construir no es distinta a la que uno ve en la parte posterior de una cámara de visor, es decir, aparecerá de cabeza.



Es sólo en nuestro cerebro donde la imagen se endereza y se ajusta de muy diversas formas permitiéndonos identificar los objetos "vistos". En ese momento el color específico, la textura, o la luz y también las sombras, nos dan la capacidad de establecer el espacio y la identidad de aquello con lo que estamos tratando. La pregunta es: ¿vemos con el ojo o con el cerebro? ¿Es el ojo el equivalente a un escáner, y el cerebro a una computadora? ¿Será algún día la computadora capaz de decidir por cuenta propia crear su autorretrato?


Pedro Meyer

Enero 1999

P.D.: La fotografía del ojo fue tomada con una cámara Nikon Coolpix 900. Hemos encontrado que ésta es una de las mejores cámaras que se encuentran actualmente en el mercado (esto puede cambiar en una semana). No sólo cuenta con un formato digital bien balanceado para tomas en color, sino también la capacidad de girar del visor digital, le da la posibilidad al fotógrafo de creear angulos y perpectivas más interesantes que las que se pueden lograr con una cámara normal. Y por último, pero no menos importante, le sirve como una herramienta que le permite verse en una imagen reflejada para hacer autorretratosas.

 

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