Mi
amigo Juan Alberto Gaviria de Colombia y yo estuvimos recientemente
en Brasil y en la tienda de una gasolinera encontramos la imagen
de una supermodelo brasileña promocionando una marca de cerveza.
Me recordó a otra imagen que yo había tomado
hace 16 años en Los Ángeles, de una chica de cartón
junto al a la sazón presidente Reagan. Ya entonces quedé
intrigado por el fuerte impacto que esta representación de
cartón recortado de una mujer, tenía en el espectador
o en las personas que se tomaban fotos junto a ella.
Juan
Alberto tan caballeroso como siempre, mostró su gran gentileza
al apenas tocar a la modelo, aunque esta solo fuera un pedazo de
cartón, en comparación con el fuerte abrazo dado por
el hombre en la foto que tomé en la década previa,
en ambos casos por supuesto, solamente estamos asistiendo a realidades
sucedáneas.
Gente
de Cartón, Malibu, California © Pedro Meyer, 1988
Esta
forma de proyectarnos sobre imágenes es similar a lo que
pasa en el cine, donde nuestro ser subjetivo se entremezcla con
las imágenes vistas en la pantalla. Es muy parecido a cuando
sentimos que abrazamos a la actriz de nuestros sueños.
Podría agregar que durante los años
transcurridos entre amabas imágenes, un nuevo elemento entró
en juego, primordialmente el uso del color que fue hecho posible
para los que comenzamos a trabajar con cámaras digitales.
Anteriormente, cuando usaba película, solamente podía
costear la producción en blanco y negro. Hoy en día,
la mayoría de mis colegas y yo que solíamos trabajar
en blanco y negro y que ahora usamos cámaras digitales, hemos
cambiado de las representaciones en blanco y negro a las de color.
Pero
regresando al tema de la representación, echemos una mirada
a la foto tomada en la Catedral de Brasilia, misma que visité
hace poco. Aquí tenemos una reproducción de La Piedad
de Miguel Ángel que está en Roma y la del Santo Sudario
de Turín. Esta última es una ampliación enmarcada
de una radiografía (ya con un nivel adicional de abstracción)
. ¿Y que es lo que hace la gente que se encuentra allí?
Se toman fotos junto a estas representaciones, ya que para ellos
no hay diferencia entre dichos duplicados y sus originales.
Pensándolo
bien, tampoco hay mucha diferencia para todos aquellos que van a
LasVegas y se hacen retratar frente a toda clase de representaciones
que se encuentran ahí.
Catedral
de Brasilia, Brasil © Pedro Meyer, 2004
Es
más, muchas de las reproducciones que uno puede encontrar
en Las Vegas no son ni siquiera reproducciones de un “original”,
sino de otra reproducción que solo gracias a la pátina
del tiempo han adquirido la calidad de “original”, tenemos
por ejemplo el caso del campanario de la Plaza de San Marcos en
Venecia, que es a su vez una reconstrucción de uno que hubo
en ese sitio. No existe un original.
(ver:
http://europeforvisitors.com/venice/articles/campanile_di_san_marco.htm).
The
Venetian, Las Vegas © Pedro Meyer
Asi
cae uno en cuenta que las reproducciones de los canales de Venecia
en Las Vegas corren en el cuarto piso de un edificio en donde a
lo largo de los canales se ven fachadas falsas, mientras la gente
escucha plácidamente cantar a los falsos gondoleros que bienintencionados
lanzan sus interpretaciones en un italiano que ciertamente no es
verdadero.
The
Venetian, Las Vegas © Pedro Meyer
¿Pero
cual es la diferencia, cuando el Presidente Bush realizo una viaje
para visitar a las tropas norteamericanas en Irak para el día
de Acción de Gracias y solo poso con un falso Pavo para una
falsa cena, a la cual realmente nunca asistió, ya que entro
y salio volando tan rápido como pudo (se nos dice que por
razones de seguridad)? O anteriormente su pretendido aterrizaje
en el porta aviones, vestido en un traje de piloto para decir “Misión
Cumplida”. La gente quiere creerle a su presidente y por lo
tanto suspende todo juicio crítico, a pesar del descarado
engaño detrás de estas acciones.
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El presidente Bush sostiene una bandeja en en aeropuerto de
Bagdad durante el día de Acción de Gracias.
El pavo fue colocado para engalanar la fila de buffet mientras
a los soldados se les servía de otras bandejas.
© Pablo Martinez Monsivais, 2004 - AP |
Una
vez más, regresando a la década anterior, al viajar
por California, me encontré un día con un museo de
cera en donde se mostraba una reproducción tridimensional
en cera de la Mona Lisa y al mismo Leonardo Da Vinci pintándola,
y
para darle credibilidad a tales imágenes se presentaba al
público ¿con que otra cosa? sino una reproducción
de la pintura de la Mona Lisa que cuelga en las paredes del Louvre
en París.
Era por lo tanto, una reproducción la que le otorgaba credibilidad
a otra reproducción, y todo ello registrado por una fotografía,
que en si misma es una reproducción, con la abstracción
adicional de estar en blanco y negro.
Mona
Lisa en el Museo de Cera, San Francisco, California © Pedro
Meyer, 1986
Miles
de personas hacían fila para pasar uno a uno frente a un
altar que tenía un letrero que claramente indicaba que el
objeto de su veneración en realidad era una réplica.
No
obstante la multitud, que había venido de toda la región
y que fácilmente alcanzaba las 300,000 almas, y que se había
reunido en la ciudad de Trindade en el estado de Goias en Brasil
no tuvo problema en otorgar su devoción y dar sus dádivas
a los cofres de la iglesia, que con toda franqueza advertía
a los fieles que habrían de venerar una reproducción.
Estas buenas personas habían venido a la “Romeria del
Divino Pai Eterno” que se celebra el primer domingo de julio
cada año.
Trindade,
Brasil © Pedro Meyer, 2004
Trindade,
Brasil © Pedro Meyer, 2004
Trindade,
Brasil © Pedro Meyer, 2004
Nos
quedamos con la idea de cuestionar el enfoque moralizante que tantos
fotógrafos han asumido frente a la representación
de la imagen en estos tiempos digitales, en particular, lo que se
refiere a que las fotos “representen la verdad”. ¿Pero,
cuál es la “verdad”
que de suyo pueden decir tales imágenes?

Trindade,
Brasil © Pedro Meyer, 2004
Creemos
que es de utilidad revisar cómo es que el mundo realmente
gusta de verse representado, y cómo la naturaleza humana
es capaz de reconciliar una realidad propia con la de una multitud
de representaciones que no tienen mucho que ver con el tema de ser
“honestos”.
Probablemente no existe una sola imagen “oficial”
de alguna celebridad o estrella del cine, que no esté retocada
para hacer ver a las personas de acuerdo a alguna fantasía
o a cómo a ellos les gustaría verse.
Para
los temas relacionados con la fe no hay evidencia más real
que el deseo de creer, ya sea en términos de prácticas
religiosas o de otros aspectos de la vida cotidiana Los sueños
y los deseos siempre buscan irrumpir contra todo hecho o evidencia
que pudiera interferir en su contra. De que otra forma puede explicarse
la complacencia mundial hacia las realidades substitutas como si
fueran “originales”?
Tomemos por ejemplo el caso de este Judío ortodoxo frente al Muro de los Lamentos en Jerusalem, en donde mediante un teléfono celular en mano llevaba las oraciones de algún creyente para ser escuchado por el "muro", el brinco de realidades sucedaneas no podría ser de mayores proporciones. Quedó atras la necesidad de encontrarse fisicamente frente al muro.

por cortesía de la agencia France Press
La
primera vez que expuse esta imagen de la silla sobre un pedestal
en la calle, todo mundo que la vio estaba convencido de que yo había
colocado la silla utilizando Photoshop. La posibilidad de que pudiera
ser una silla real fue inmediatamente rechazada. Era más
creíble la explicación de una manipulación
digital y tenia mas sentido que la extravagante idea de que en Washington
D.C. existe realmente semejante silla. Las nociones de lo real y
lo falso han cerrado un circulo. Ahora tendemos a descartar lo real
por que parece falso.

Silla
Monumental, Washington, D.C. © Pedro Meyer, 1989
La
“verdad” es que, al final
de todo, tanto las imitaciones como los reproducciones de algún
modo también se vuelven originales a su modo.
Pedro Meyer
Coyoacan Mexico
8 de Julio de 2004
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