Estas visitas que nos hacemos,
vos desde la muerte, yo cerca de ahí, es la infancia que pone un dedo sobre el tiempo y dice que desconocer la vida es un error. Me pregunto por qué al doblar una esquina cualquiera encuentro tu candor sorprendido. ¿El horror es una música extrema? Las penas llevan a tu calor cantado en lo que soñaste, las casas de humo donde vivía el fulgor. De repente estás solo. Huelo tu soledad de distancia obediente a sus leyes de fierro. El pensamiento insiste en traerte y devolverte a lo que nunca fuiste. Tu saliva está fría. Pesás menos que mi deseo, que la lengua apretada del aire.
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Marcelo Ariel Gelman, secuestrado |
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