Introducción
realizada por Esther Angélica Villareal Espino Barros.
-nieta del autor-
Eugenio Espino Barros y Rebouche nació en la casa No. 5 de la calle
de San Martín en la ciudad de Puebla de los Ángeles, el
10 de octubre de 1883. Fue el séptimo hijo de una familia de nueve
hermanos, fruto del matrimonio de Manuel María Espino Barros y
Cosío, originario de Minatitlán, Veracruz y de María
Rebouche y Raymond, nacida en la ciudad de México, de padres franceses.
Realizó estudios hasta la escuela preparatoria y estudió
dibujo en la Academia de Puebla. A los dieciséis años fabricó
su primera cámara con cartón, desarmando unos binoculares
para usar los cristales como lentes.
Un año más tarde, en 1900, recorrió los estados de
Puebla y Veracruz con un fotógrafo estadounidense que lo contrató,
sin sueldo, sólo cubriendo los gastos de vida. Éste le dio
a mi abuelo una cámara 8 x10 para que la usara. Viajaban tomando
los pueblos, la gente, las fiestas. Después de un año tuvo
que regresar a Puebla de urgencia, pues había contraído
paludismo. Terminando así su experiencia con su maestro.
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Hacienda Briseñas, Veracruz |
En
busca de mejores oportunidades de trabajo, se trasladó a la ciudad
de México y la recorrió hasta encontrar trabajo en la estación
de ferrocarriles de Buenavista. Como nunca le gustó ser empleado,
en las noches, después del trabajo y con ayuda de su hermano mayor,
Pepe, empezó la fabricación de una cámara 8 x10.
Después de un mes de trabajar hasta la una de la mañana,
la cámara quedó terminada. Fue hecha de madera de caoba,
ensamblada y con remaches de latón. Trabajaba con placas húmedas,
creaba su emulsión.
Toda
su vida trabajo solo, desde la preparación, toma, revelado y retocado
de negativos así como el revelado e impresión de la fotografías.
La primera vez que uso su cámara tomo a un grupo de empleados del
ferrocarril, estrenó allí su flamante cámara. Ellos
quedaron tan contentos que empezaron a traer a sus familias para que las
retratara, cosa que hacía los sábados después del
mediodía y con autorización de sus superiores. A los cinco
meses pudo dejar el empleo de ferrocarriles, para dedicarse a la fotografía.
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Castillo
de Chapultepec, México, D.F. |
En
el año de l908 Eugenio tuvo la idea de realizar el álbum
México en el Centenario de su Independencia. Él mismo habló
con personas con recursos económicos para convencerlas de financiarlo.
Se formó una sociedad anónima para la realización
de dicho álbum. La tarea no fue fácil por las circunstancias
del país en esos años por la incipiente revolución
y las vías de comunicación deficientes).
Para tomar las fotografías, él viajaba con varias cajas
de equipo pesado, pues además de las cámaras, lentes y trípode,
llevaba lo necesario para revelar y una amplia dotación de placas
de vidrio 8 x10, perfectamente empacadas en una caja de madera, recubierta
con tela por dentro y con ranuras que permitían acomodarlas sin
que se rompiesen durante los largos y sinuosos trayectos.
Para tener la seguridad de que las tomas habían salido bien, revelaba
las placas por las noches, debajo de las camas de hotel. En el día,
además de tomar las fotografías, recababa información
para documentarlas, con datos que hablan de la vida de las ciudades.
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Avenida
16 de Septiembre, México, D.F. |
El
álbum está dedicado a Porfirio Díaz, consta de 391
fotografías, cada una de ellas con una reseña histórica
y detallada de la vida del lugar; mide 31 x 40 cm, se publicó a
principios de l910, con un tiraje de 2000 ejemplares que se agotaron rápidamente,
haciéndose una segunda edición en noviembre de ese mismo
año con igual número de ejemplares. Los libros de las dos
ediciones se agotaron, al grado que el autor se quedó sin ningún
ejemplar y fue hasta, aproximadamente el año l930 que un amigo
le regaló uno.
Esta
obra tiene un gran valor artístico y técnico como se puede
comprobar en las fotografías que en ella aparecen pues nos habla
de una época. Es histórico además, pues guarda imágenes
y datos de hace casi cien años.
Al estallar la revolución, la situación económica
y política fue difícil, los socios preferían perder
el dinero que habían invertido, la venta de las dos ediciones no
resultó un buen negocio, por lo que no se pudo pagar el total del
valor a los impresores, por lo que éstos se quedaron con los negativos
y los clichés. Eugenio no obtuvo ninguna ganancia de esta obra.
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Compañía
Bancaria, México, D.F. |
Actualmente
es muy difícil conseguir algún ejemplar de este álbum.
Chrysler de México, en conmemoración de sus 75 años
en el país, publicó en l985 un álbum de fotografías,
en el que se comparan las fotos tomadas por Eugenio entre 1908 y 1910,
con fotos actuales de los mismos sitios y desde las mismas perspectivas
elegidas por él. Este álbum, también motivó
al empresario Arquitecto Juan Cortina Portilla, a hacer una reproducción
de todo el libro en una impresión de mil ejemplares en octubre
de l985, con el fin de obsequiarlo a sus amistades como "regalo de
Navidad".
En 1911, después de su aventura
con el libro del centenario y con el país en plena revolución,
Eugenio decide viajar a Estados Unidos, específicamente a Nueva
York. Allí trabajó en el estudio que un fotógrafo
de origen judío tenía en la 5ª Avenida.
Eugenio
patentó la impresora por contacto que había inventado, la
cual podía imprimir negativos hasta tamaño 11 x 14. Ofreció
la patente a la "Kodak", que le ofreció comprarla con
la condición de que trabajara para ellos, condición que
él rechazó y regreso a México.
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Hospicio
de Niños y niñas, México, D.F. |
Eugenio
se trasladó a la ciudad de Tampico, Tamaulipas, atraído
por la bonanza surgida del auge petrolero. Allí trabajó
para las más importantes compañías petroleras y abrió
un estudio fotográfico. En l919 se casó en Tampico, con
Esther Robles Saldaña, una joven originaria de San Luis Potosí.
Allí nacerían los primeros cinco hijos de la pareja todos
varones, Rafael, Enrique, José, Eugenio y Manuel.
En
1929, el fotógrafo se fue a radicar con su familia a Tuxpan, Veracruz,
donde también instaló un estudio fotográfico, frente
a la plaza principal de esa pequeña población. Allí
nació su hija Esther. En Tuxpan también trabajó en
las compañías petroleras y tomando fotografías de
los alrededores.
En septiembre de 1930, atraído por la incipiente industria, decidió
ir a vivir a Monterrey, Nuevo León. En esa ciudad prefirió
dedicarse a la fotografía industrial, comercial y de paisajes,
así como a la producción de foto-murales. Poco tiempo después
nació allí su última hija, Elena.
Fue
fotógrafo oficial de las industrias más importantes de los
años 30s, 40s y 50s, como Fundidora de Monterrey, Cervecería
Cuauhtémoc, Vidriera Monterrey y Altos Hornos, entre otras. Otra
vertiente de su trabajo fue la elaboración de tarjetas postales
de la ciudad y sus alrededores, llamando a su empresa "Los Panoramas
de México".
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Las
Escolleras , Estado de Tamaulipas |
A
principios de los años 60, él regresa a su natal Puebla
de los Ángeles y allí trabajó para dos grandes industrias,
Hylsa y Volskwagen, así como para la cadena de tiendas American
Photo, realizando fotografía mural. Para la American Photo hizo
paisaje de los volcanes Popocatépetl e Iztacíhuatl, de Taxco
y Acapulco.
Volkswagen,
que abría en la ciudad de Puebla su planta armadora, le encargó
las tomas de todas la líneas de producción, algunos de esos
murales fueron enviados a Alemania a petición de funcionarios alemanes
que los vieron durante su visita a la planta. En Hylsa también
hizo foto-murales de la planta.
Durante esos años Eugenio radicó parte del tiempo en Puebla
y Monterrey, pero en l974 regresó definitivamente a Monterrey.
En l975 recibe la medalla Fellowship que le concedió la Professional
Photographers of America, de los Estados Unidos, por sus méritos
artísticos y técnicos. Recibe también el título
"Master" otorgado por la Sociedad Mexicana de Fotógrafos
Profesionales, siendo el primer fotógrafo en recibirlo.
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Chiapa
de Corzo, Estado de Chiapas |
Eugenio
era una persona muy observadora, perfeccionista y con mucha inventiva,
por lo que nunca estaba conforme con el equipo fotográfico que
había en el mercado, pues le encontraba deficiencias e inconvenientes,
por lo que acabó por diseñar y hacer todo su equipo. Todo
lo que usaba era construido por él. Cámaras portátiles
5 x 7, 8 x10 y una especial panorámica para negativo 7 x 17. Tenía
una ampliadora para negativo hasta 16 x 20 que podía proyectar
horizontalmente, una impresora semiautomática para negativo hasta
11 x 14.
Construyó
un trípode escalera, para las fotos desde gran altura. En cuanto
a equipo de cuarto oscuro, hizo una mesa para revelar, fijar y lavar las
fotos, de aproximadamente 70 cm de ancho por 2.50 m de largo en la que
toda la superficie era una parrilla de madera, sobre la cual colocaba
las cubetas o charolas de revelado, baño de paro, fijador y lavado,
así, el líquido que se derramaba caía en un tanque
de desagüe.
A
lo largo de la mesa tenía distribuidas cuatro llaves de agua, así
cualquier charola o posición podía disponer del líquido.
A esta mesa de revelado él la llamaba "la marimba", por
su semejanza con este instrumento musical. La mesa estaba hecha de madera
de sabino.
Para
hacer las postales, tenía unos sistemas de madera con cordones,
en los que se colocaban las postales, que quedaban separadas entre sí
por los cordones. Tenían capacidad para 100 postales cada uno.
De esta manera se podían fijar y lavar casi solas. Ya que se metían
cuatro de estos aparatos en unos tanques de madera de sabino que había
diseñado para este propósito. Estos sistemas separadores
los tenía también para formatos 5 x 7 y 8 x 10.
Para el secado de las postales, diseñó bastidores con tela,
en donde se colocaban 100 postales en cada uno. Sobre el primer bastidor
colocaba un poste en cada esquina y sobre éstos otro bastidor donde
se tendían 100 postales más y así hasta formar a
veces una pila de 10 bastidores, con 1000 postales en total.
Tanto
la película, como el papel fotográfico, lo mandaba traer
de Inglaterra, marca "ILFORD", ya que en México no se
conseguía el tamaño de negativo ni el papel que necesitaba
para hacer la fotografía mural. Para los murales de gran tamaño
2 x 2.5 m proyectaba la imagen de forma horizontal, con un sistema de
rollo. El revelado lo hacía en cubetas de lámina especiales
para el foto-mural. El también diseño este sistema.
Poseía una gran colección de lentes de todos los tamaños
y distancias focales, principalmente gustaba de los angulares y gran angular,
que requería para fotografías de edificios en lugares donde
no había suficiente espacio, exteriores o interiores. Sostenía
una continua correspondencia con fabricantes de lentes en Alemania e Inglaterra
de donde los importaba directamente
En un principio, comenzó a fabricar equipos para sus colegas fotógrafos
que viendo el suyo, le pedían les hiciera uno igual, pero al paso
del tiempo la demanda creció tanto, que tomó la decisión
de hacerlo profesionalmente y fundó su empresa "Espino Barros
e hijos, S. A." comercializando todo su equipo con la marca "NOBA".
Muchas innovaciones en el diseño, ya a nivel industrial, fueron
hechas por su hijo José, mismo que actualmente es el dueño
de "Espino Barros e hijos". Sus productos se venden en México
y se exportaron a Estados Unidos, América Latina y Alemania.
En la casa que construyó en Puebla, hizo habitaciones muy amplias
donde instaló su taller de carpintería y un laboratorio
equipado para las necesidades del tamaño de sus murales. Éste
tenía dos paredes completas con desagüe a todo lo largo del
piso y arriba, los lavaderos con 4 llaves cada pared, al centro de la
amplia habitación, se encontraba montada en el techo la gran ampliadora,
que subía en un cubo que sobresalía en el segundo piso de
la construcción, el laboratorio tenía el tamaño suficiente
para mover con comodidad las grandes cubetas de madera con patas y ruedas
donde revelaba, imprimía o lavaba sus foto-murales.
Hay que resaltar también el hecho de que él mismo, hacía
los bastidores de madera para montar los murales. Incluso, en su afán
por la perfección, iba a las empresas y colocaba en el lugar que
le indicaran sus foto-murales..
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Amecameca,
Estado de México |
Eugenio
Espino Barros murió a los 95 años de edad, en agosto de
l978, en la ciudad de Monterrey. Nunca dejó de fotografiar. Fue
un hombre visionario, con ingenio agudo, que gozó de excelente
salud, disciplinado y práctico, de modales refinados y amena conversación,
que hablaba inglés y francés, que gustaba de la buena comida,
los antojitos poblanos, el pan de dulce, los quesos y los vinos. Disfrutaba
de la música clásica y la ópera y dejó a sus
descendientes el amor y dedicación a la fotografía.
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