S. Dr. Landescu, en su intervención
de hoy, cuando Ud. hablaba de los orígenes de la ciencia zoológica
y de los animales fabulosos que los primeros tratados describían,
mencionó al Unicornio, ¿no es así?
L.
En efecto, cuando yo hablaba del Phisiologus, que es uno de los primeros
tratados de zoología que se conocen, lo mencioné entre uno
de los animales fantásticos que describe.
S. Dr. Landescu, yo tengo la impresión de que cuando usted
hablaba de los dragones voladores, de las sirenas, etc., mencionó
al Unicornio de una manera distinta. Es decir, se refirió a él
en un tono que hizo pensar a la concurrencia que este animal no le parece
a usted tan fantástico como los otros ejemplares descritos. Quisiera
preguntarle: ¿Cree usted que los Unicornios existieron?
L.Sr. Spaulding, me parece que su pregunta se aparta del carácter
científico de este congreso.
S. Dr. Landescu, perdone mi insistencia. Si le hago esta pregunta
es por que al mencionarlo, repito, usted lo hizo en un tono muy especial.
En el ánimo de todos los presentes quedó la idea de que
dicho animal fue real y no fantástico.
L. Bueno, en verdad, quizá empleé un tono, digamos,
algo vehemente; pero no creo haber dado la impresión que usted
menciona. Bueno, tal vez ...
S. Dr., Usted es un científico reconocido internacionalmente.
¿Tiene miedo acaso de decir algo que no concuerde con el criterio
general que se tiene en la ciencia? Yo pienso que cualquier cosa que usted
plantee tendrá una base difícil de refutar. Por eso me atrevo
a repetir mi pregunta: ¿Cree usted que los unicornios existieron
y no son tan sólo una fábula?
L. Mire Sr. Spaulding, los científicos tenemos normas muy
estrictas. Hablamos solamente de cosas que podemos probar. Todo lo que
es improbable queda para nosotros en el ámbito de la especulación.
Sin embargo, si usted me promete que no publicará mis palabras
como aseveraciones científicas, sino como el producto de una charla
informal al margen de este congreso, yo le diría algunas cosas
que creo sobre los Unicornios.
Mire
Sr. Spaulding, los científicos tenemos normas muy estrictas. Hablamos
solamente de cosas que podemos probar. Todo lo que es improbable queda
para nosotros en el ámbito de la especulación. Sin embargo,
si usted me promete que no publicará mis palabras como aseveraciones
científicas, sino como el producto de una charla informal al margen
de este congreso, yo le diría algunas cosas que creo sobre los
Unicornios.
S. De acuerdo Dr., queda entendido que todo lo que en adelante
me diga será totalmente informal y no deberá tomarse con
carácter científico.
L. Gracias, Sr. Spaulding. De los Unicornios se han dicho tantas
cosas que, francamente, no sé cómo empezar. Se cree que
el origen de su leyenda tuvo lugar cuando los primeros viajeros occidentales
contemplaron un rinoceronte y creyeron que era un caballo con cuerno.
En fin, en el terreno de la pura especulación, puede hablarse mucho
sobre él.
S. Dr. Landescu. Dentro de lo hipotético, ¿hay alguna
posibilidad de que el Unicornio haya existido?
L. Bueno, existieron muchas especies animales que después
se extinguieron por diferentes razones. Del mismo modo, el Unicornio pudo
haber sido una realidad hace cientos, miles, o tal vez millones de años.
S. De haber vivido el Unicornio, ¿En qué especie
lo hubiera usted clasificado Dr. Landescu?
L. Dentro de la familia de los équidos, por supuesto, y
como una derivación del "Equus caballus ferus". Naturalmente, esto
es una opinión de carácter informal. No lo olvide usted.
S. ¿Podría hacer una descripción de él,
tal y como hipotéticamente lo imagina y darnos una referencia de
los sitios donde pudo haber vivido?
L. Pienso en el Unicornio como un équido de tamaño
medio, pescuezo largo y arqueado, crines onduladas y abundantes, pezuñas
finas y en la frente un gran cuerno ligeramente curvado en el extremo
superior. Respecto a los lugares donde habitó, podrían ser
algunas zonas del Asia Central, África y Europa.
S. Dr. ¿Pudo una especie así, desaparecer sin dejar
huella? Es de suponer que por los menos vestigios del cuerno hubieran
quedado.
L. Sr. Spaulding, ha tocado usted un tema por demás interesante.
Es común pensar que un cuerno animal está compuesto de materia
dura. Esta idea es correcta cuando el cuerno es de un toro, una cabra,
un venado, etc. En el caso del Unicornio el cuerno pudo no haber sido
de materia ósea, sino una protuberancia cartilaginosa compuesta
de materia orgánica. Por lo tanto, al morir el animal, dicha protuberancia
desaparece por la descomposición.
S. Dr. Landescu ¿De ésto podría deducirse
que muchos de los restos equinos prehistóricos encontrados, pueden
ser de Unicornio y no de caballo?
L. Sí, esto es probable.
S. Dr. Sobre su extinción, ¿podría decirnos
algo? ¿A qué atribuye usted la desaparición de esta
posible especie?
L. Hay muchos factores que pudieran considerarse. Son tan abundantes
que enumerarlos sería casi imposible. Como estamos hablando de
una manera imaginaria, hipotética, voy a mencionar algunos: El
primer sería el hombre. Si éste apareció cuando el
Unicornio ya poblaba la tierra, es casi seguro que lo haya aniquilado
por razones alimenticias o deportivas. Otro factor pudo ser un cambio
de clima tan brusco que no le dio tiempo al Unicornio de adaptarse. Y
otro, por el que yo inclino, es que el Unicornio haya sido un producto
híbrido.
S. .¿ Trata usted de decir que pudo ser el producto de la
cruza de dos especies distintas?
L. Efectivamente. Así como el burdégano es el resultado
de la cruza de caballo con burra, el Unicornio pudo provenir de la cruza
entre caballo y gacela, por ejemplo. Al extinguirse cualquiera de los
dos factores principales, desaparece el tercero. En lo personal opino
que, en este caso, la primera en desaparecer fue la gacela.
S. ¿Por extinción?
L. Por extinción o por emigración.
S. Dr., entiendo que las gacelas poseen un cuerno de materia ósea,
dura. ¿Cómo es posible que, siendo el Unicornio un derivado
de ella, su cuerno haya sido de cartílago?
L. En la naturaleza todo es posible. Es común que de padres
geniales, nazcan hijos idiotas y viceversa. Así que no es raro
que de un cuerno duro haya surgido uno blando.
S. Dr., considero que todo lo dicho es muy interesante. Espero
en otra ocasión entrevistarlo acerca de un tema más apegado
a su especialidad. Quiero pedirle un último favor. En el curso
de nuestra charla observé que usted, quizá distraídamente,
bocetó con su pluma una silueta de Unicornio. ¿Sería
tan amable de obsequiarla a mi revista, para que los lectores tuvieran
una semblanza gráfica de la charla informal que hemos tenido?
L. Me apena usted, Sr. Spaulding. Yo dibujo muy mal y creo que
el Unicornio merecía una cosa mejor...
|