Dos mundos, una historia
Por Leonardo Liberman.

"Hoy aprendemos con la señorita que día es; vemos si está nublado o si hay sol; sabemos contar hasta el número cinco. Ella nos repite que debemos estar sentados, que no siempre podemos pararnos y hacer lo que queramos.

Entonces la señorita con las manos hace aspavientos, pronuncia firmemente hoy. Nos reímos. Los escucho a todos reír.

Samantha me pregunta quién soy; ella sabe quién soy. Le pregunto y me dice Leo. Le pregunto qué hago y me dice fotos. Nos hemos ido conociendo: creo que ya los conozco a todos. Bueno, sé sus nombres.

Y Sebastián se acerca, siempre muy expresivo. Gestualiza todo lo que desea decir y se emociona con la presencia de Natalia. Pero Natalia es tímida y se retrae cuando Sebastián la abraza.

Todos -los niños y yo- nos reconocemos en las fotos. Ellos se encuentran reflejados y yo me encandilo con los reflejos de ellos. Impregnan su huella en la imagen con emoción, mientras yo vuelvo a cargar la cámara, para continuar retratándolos.

Gabriel se ríe con picardía. Entiende más de lo que dice, y seduce. Domina las situaciones y nos domina. Se sienta en el suelo, frente al espejo, pareciendo pensar cuan al revés estamos de todo. Él también conoce el lenguaje del reflejo.

Las primeras palabras son las más difíciles. Samantha me acerca una baraja, se la devuelvo y me dice gracias".