El pintor Cubano Vicente Bonachea me dijo alguna vez: "Lo único
que los Cubanos toman en serio es el absurdo".
Cuba no es cualquier país. es el ultimo paraíso tropical socialista
existente, anacrónico, absurdo, dadaista y sureal. La lógica de
su sistema es que no tiene ninguna lógica. Un país lejos de cualquier
comprensión racional.
Cuba se encuentra encima de un volcán que habrá de hacer erupción
a mas tardar el día que Fidel Castro muera. Pero aun ya hoy parece
que se escuchan gritos pidiendo cambios. Sin embargo esos gritos
son suprimidos por un extraño silencio. Todo mundo parece que
espera algo, pero nadie sabe en qué consiste ese algo. Cuba no
vive, sobrevive.
¿De qué forma se puede presentar la realidad Cubana en una imagen
fotográfica?. ¿Cómo se puede documentar el absurdo? Esta pregunta
me lleva a unas reflexiones básicas acerca de la fotografía documental.
La idea de que una foto es una genuina representación de la realidad,
ha existido de hecho, desde el inicio de la fotografía. La fotografía
documental en particular tiene un aura de "verdad" que es el resultado
de su percepción generalizada- algo es, porque así se veía!
Hasta ahora, el mito de la representación fotográfica objetiva
ha reprimido el aspecto subjetivo de la fotografía. Nuestra percepción
visual está basada en el hecho de que creemos lo que vemos, en
especial cuando de fotografía documental se trata. Con el advenimiento
de las nuevas tecnologías, especialmente con los procesos digitales,
esa percepción finalmente se está confundiendo.
El público ya ha sido confrontado con bastante tecnología digital,
lo cual ha dado lugar a trastocar nuestro entendimiento sobre
la percepción. La (r)evolución va desarrollándose en forma muy
veloz. Esto ha despertado una sensación opresiva de inseguridad
en quienes toman las fotografías y quienes las miran. Hay una
ausencia de experiencia y de criterios que unifiquen la compresión
de las mismas. La confianza tradicional -en la imagen- habrá de
desaparecer. Es mas, las fotografías documentales ya no son verdaderas.
El momento decisivo de una fotografía documental no es la autenticidad
del momento, sino el símbolo del mensaje. Las técnicas digitales,
ayudan en avanzar una nueva compresión de la fotografía como tal.
La transformación digital de una fotografía le añade una nueva
capa de percepción que no existía en la imagen analógica. Esto
genera una pregunta, particularmente con respecto a la fotografía
documental. ¿es menos verídica una fotografía que ha sido alterada
digitalmente? Desde mi punto de vista no lo es, es mas, muchas
veces es el caso contrario.
No debemos olvidar que la interpretación de una imagen toma lugar
en nuestros cerebros. El significado de lo que vemos no está en
lo que vemos sino en lo que significa para nosotros. Las fotografías
no están allí para concretar la realidad sino para interpretarla.
Por eso la pregunta no es, si es legítimo o no, manipular las
imágenes documentales, sino el cómo.
Una condición, es sin embargo, que cualquier cambio digital sea
obvio y reproducible después de una inspección mas detallada.
Y eso es entonces el asunto. Fotografías digitales del tipo documental
que no tengan rastro visible de haber sido alterado, no le dan
al espectador elementos para cuestionar su percepción. Sin embargo
una imagen que a primera vista parece no tener contradicciones
en su apariencia o contenido, pero que sin embargo contradice
lo que es la experiencia y el conocimiento del lector, se convierte
en un reto tanto para el fotógrafo como para el que ve la imagen.
El mensaje que recibe en primera instancia parecería cierto y
por lo tanto cree lo que ve. Tiene entonces que pensar sobre sus
impresiones y descubre nueva información que en una primera ojeada
le había dado una aparente verdad. Llegando por último a la conclusión,
que "no es posible que así haya sido". Lo cual es exactamente
la impresión que tuve durante mi viaje a Cuba. No es posible que
así haya sido... sin embargo, así fué.
Michael Najjar
Michael Najjar puede
ser localizado en:
mn@ledesi.de
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