Nació en Wuppertal, Alemania en 1904. Llegó a la Argentina en 1935, exiliada del régimen nazi. Por entonces ya era una diseñadora gráfica y fotógrafa madura y activa, formada en la Escuela de Artes Aplicadas de Stuttgart y con el fotógrafo Walter Peterhans, primero en forma privada y luego en los talleres que este desarrollaba en la Bauhaus de Dessau. La obra de Grete en Alemania fue realizada principalmente en el seno del estudio ringl+pit, formado con su amiga Ellen Auerbach, y ha sido ampliamente valorizada por estudiosos y críticos europeos y norteamericanos recientes. Sin embargo, la parte mas importante y voluminosa de su trabajo fotográfico fue realizada en Argentina , durante casi cincuenta años de actividad incesante. Grete Stern, formada en la vanguardia europea de los '20 mas refinada y creativa, es una artista esencial en la fotografía argentina moderna, que contribuyó a fundar de un modo decisivo.

En 1948 Grete recibió una propuesta original: ilustrar fotográficamente en una página de la revista Idilio, de Editorial Abril, titulada "El psicoanálisis le ayudara". La misma estaba a cargo del sociólogo Gino Germani, que firmaba sus notas con el seudónimo de Richard Rest, y se basaba en el análisis de sueños descriptos por lectoras corresponsales de la revista. Grete propuso ilustrar los sueños -este era el pedido de Germani- con fotomontajes. La colaboración duró alrededor de tres años, y se publicaron unos ciento cincuenta trabajos. De hecho es la serie de fotomontajes más importante y numerosa que se hizo en Argentina, hasta donde sabemos. El fotomontaje moderno fue desarrollado en Alemania después de la primera guerra, y se aplicó en la propaganda política, la publicidad y la fotografía experimental. Grete lo asimiló en su formación como diseñadora gráfica primero y fotógrafa después, siempre le resultó un procedimiento de creación atractivo y estimulante. Hasta la serie de Idilio, sus trabajos de fotomontaje en la Argentina fueron escasos e irregulares.

Los textos de los sueños que Grete debía ilustrar le eran entregados por Germani. Casi siempre eran copias fieles de las cartas enviadas por las lectoras. A veces solían conversar sobre la interpretación que haría Germani del sueño a ilustrar, y con frecuencia éste le pedía que el fotomontaje tuviera determinadas características de diagramación, o que mostrara elementos florales o animales, o formas inestables, o figuras concretas en acciones especificas. A partir de aquí, Grete desarrollaba su creación combinatoria y su punto de vista personal sobre el tema, de modo que el trabajo concluía en piezas de invención bastante libre. Los fotomontajes se publicaban con un titulo -"Los sueños de ambición', "Los sueños de máscara', "Los sueños de disconformidad', etcétera.- y un comentario, escritos por Germani. El comentario se refería a la imagen compuesta por Grete como si fuera una ilustración literal del sueño descripto por la lectora y, a partir de allí, proponía su interpretación y sus recomendaciones.

El personaje central de los fotomontajes era, lógicamente, la lectora de Idilio corresponsal de Germani, que pertenecía a las clases populares Argentinas, en especial la clase media en ascenso durante los años de auge del primer peronismo. Este personaje está presente en las imágenes de un modo explícito o implícito: interviene en su propio sueño, o lo "mira" a través del ojo de la cámara, como sucede en una toma cinematográfica subjetiva.

Los temas desarrollados provenían de los sueños que a Germani le resultaban más interesantes para su análisis, donde naturalmente predominaban aquellos que ponían de relieve angustias y conflictos. Para Grete, cuyo sentido de la independencia femenina era muy fuerte, y su actitud critica respecto de los valores dominantes que la constreñían y limitaban formaba parte de su idioscincrasia, la posibilidad de expresar sus puntos de vista sobre estos problemas a través de los fotomontajes, se le ofreció de un modo natural.

Las necesidades concretas del trabajo fueron resueltas con recursos domésticos: los actores de Grete eran sus amigos, familiares y vecinos, y las imágenes complementarias -paisajes, fondos, objetos, personajes secundarios- fueron tomadas de su propio archivo. Como debía entregar un fotomontaje por semana el trabajo era intenso. Esta exigencia le dejaba poco tiempo para corregir o retocar las piezas, y explica que ella modificara por lo menos cuatro fotomontajes después de publicados. En consecuencia, hoy tenemos dos versiones de cada uno de esos sueños: el de Idilio y el del archivo de la autora. En todos los casos este último es mejor.

La mujer de los sueños de Grete es un ser angustiado y oprimido. Sus placeres son patéticos, igual que sus frustraciones; y cuando se la ve activa y dominante, es tan cruel como el mundo que la agobia. Sus ambiciones reflejan las utopías de melodramas y radionovelas: éxito social, riqueza, guantes largos y lame. Encerrada en una botella al borde del mar, su destino es incierto y azaroso, tanto si ha llegado de un largo viaje, llevada y traída por las corrientes marinas, como si aun no lo inicio. Una mano ajena la arrojó o la arrojará al mar, para que otra -acaso- la recoja. Mensaje desesperado; grito o gemido de soledad para que alguien lo escuche. Sin embargo, ella mira el cielo y sonríe... También sonríe cuando cae sobre ella la red que su amado le arroja desde la ventana. Y esta como transportada, en éxtasis, cuando su bella cabellera, convertida en cerda de pincel, pinta una pared manejada por la mano de su hombre -de que otro, si no?-. Y luego, orgullosa de su figura, se muestra en pose de estatuilla para servir como pie de velador en la mesa de luz de su hombre. Objeto de servicio, objeto de adorno, objeto de uso; en cualquier caso, una situación que la complace y no la hiere. Su cuerpo desmembrado, mutilado o desdoblado es frecuente en la serie, y si bien la imagen de dos manos que brotan del agua para tomar su carne tiene algo de cómico en su tono surreal, el sentido general de manipulación consentida y disfrutada en que se inscribe, la hace dramática. Con la imagen de los niños puede llegar lo bello y lo apacible. El bebe que brota de la cala sobre un fondo bucólico, esta sostenido por la mano del personaje de la serie, que lo mira y lo disfruta -como nosotros- a través del ojo de la cámara.Otro remanso dentro del conjunto son las piezas con perfil metafísico. Allí el cuerpo fragmentado del personaje femenino abandona su contundencia física y se convierte en un dibujo transparente, diluido, casi un celaje en el espacio, entre otros cuerpos celestes.

A mi juicio, la serie de fotomontajes para Idilio fue la primera obra fotográfica -y la mas importante hasta hoy- radicalmente crítica de la opresión y manipulación que sufría la mujer en la sociedad argentina de la época, y de la humillante consecuencia del sometimiento consentido. La mirada zumbona y sarcástica de Grete no se detiene en la compasión por la víctima, sino que avanza también sobre los resultados alienantes de su resignación. Que estos trabajos fueran presentados por la mas importante revista del corazón que se editaba en el país, les agregaba una nota de humor e ironía adicional.

En la serie de los sueños Grete se manifiesta como la artista y mujer de vanguardia que era. Con su estilo suave, amable y callado, ella condujo su propia vida con el mismo espíritu de independencia radical y coherente, respecto de los valores y costumbres consagrados, que aparece en sus fotomontajes. En este sentido, y dentro del conjunto de su obra, los sueños representan el capítulo donde sus opiniones sobre el tema que desarrolla están presentes en la invención de la imagen con mayor nitidez. Esto no implica una invasión racionalista de las composiciones. Los fotomontajes no ilustran ideas previas, y su fuerza de convicción es siempre plástica. Sin embargo, su efecto nos conduce rápidamente a reflexiones de orden moral sobre el asunto que tratan, una prueba indirecta pero segura de que en su origen se agitaron preocupaciones idénticas.

A pesar de publicarse semanalmente durante casi tres años, los fotomontajes fueron completamente ignorados. Tal vez el desprestigio intelectual de revistas como Idilio contribuyó con eso. Por lo demás, la crítica fotográfica en los medios masivos no existía, y el fotomontaje era un género sin prestigio artístico como para que los críticos de arte se ocuparan de los sueños-ni siquiera lo hicieron en 1967, cuando Grete los presentó en la sala del Foto Club Argentino-.De hecho los fotomontajes de Grete constituyeron una obra original dentro de la fotografía argentina de su tiempo, solo que hacia falta un ojo agudo y desprejuiciado para verlo. Grete presentó por primera vez a los sueños como obras autónomas en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Plata, a mediados de los años cincuenta. La primera muestra en Buenos Aires fue en 1967, en colaboración con la poeta Elva de Loizaga. Después de esto y hasta 1982, cuando fueron presentados en la gran muestra de FotoFest, de Houston, Estados Unidos, solamente el coleccionista de arte Jorge Helft reparó en ellos. Después de FotoFest, el prestigio de los sueños creció rápidamente, y hoy se los reconoce en su original y verdadera dimensión.

Fragmentos tomados del texto de Luis Priamo en Grete Stern: Obra fotográfica en la Argentina, Fondo Nacional de las Artes, Argentina, 1995.