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Aprendiendo en un mundo nuevopor Pedro Hernández-Ramos

 

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TeacherHace unas cuantas décadas apenas, eran relativamente pocas las personas preocupadas por el aprendizaje, mientras que eran muchas las ocupadas por la "educación". La educación era vista, en general, como un proceso en el cual se exponía a las personas a ciertos contenidos de una manera estructurada (el programa de estudios), porque se consideraba bueno para ellas y porque les proporcionaría las herramientas intelectuales y el conocimiento necesarios para una vida larga y productiva en su empleo. Se pensaba que "la escuela (la educación) prepara a la gente para la vida" , y que, una vez que las personas dejaban el sistema educativo, contaban con todo lo necesario para tener un empleo bien remunerado en el campo o profesión de su elección durante el resto de sus vidas.

¡Ah, los malos viejos tiempos!

Cuando el conocimiento estaba siendo generado por la sociedad a un ritmo relativamente lento -hasta e incluyendo el siglo XIX- efectivamente ocurría que muchos doctores, abogados, ingenieros, arquitectos, historiadores, maestros de escuela, contadores, banqueros, comerciantes, editores, campesinos, sacerdotes y monjas, niñeras, profesores universitarios, políticos y prácticamente cualquier gente podía realmente tener la seguridad de que la base de conocimiento con la que contaba al graduarse de la preparatoria y la universidad sería suficiente para el resto de su vida laboral. Después de todo, el nivel de investigación en muchos de estos campos era bastante bajo, la diseminación de nueva información era lenta (generalmente por medios impresos), y las actitudes sociales hacia la innovación y el cambio no empezaron a modificarse positivamente sino hasta la segunda mitad del siglo XIX. Tal es el caso de la teoría de la evolución de Darwin, la cual se debatió acaloradamente cuando apareció publicada por primera vez, y no sólo porque resultaba "horrendo" pensar que el hombre pudiera estar emparentado con los primates, sino también porque la idea se oponía fundamentalmente a las creencias que se habían sostenido con fervor religioso durante siglos.

La educación era vista como un proceso por medio del cual, después de unos cuantos años de escolaridad, se le proporcionaba a la gente ignorante las herramientas intelectuales (principalmente lectura y escritura) para convertirse en "miembros productivos de la sociedad". El paradigma actual de escolaridad se estableció a finales del siglo XIX y principios del XX, como respuesta, en parte, a las exigencias económicas de esos tiempos en los que se requería de trabajadores que pudieran ser entrenados con mayor facilidad para puestos de trabajo en las líneas de ensamblaje. El ser incapaz de leer y escribir hacía que el conseguir un trabajo en una fábrica fuera imposible e incluso peligroso para los otros -por ejemplo, por no entender las advertencias de peligro.

Se han relacionado los niveles educativos más altos (medidos como el promedio en años de escolaridad) con un incremento en los niveles de actividad económica y bienestar social. La ecuación calculada en todas partes del mundo es bastante sencilla: mientras más gente permanece en la escuela más tiempo, incrementando su base de conocimiento y su capacidad para aprender, más altas son las probabilidades de que florezca la economía de un país. Ésta ha sido la razón fundamental que explica los niveles masivos de inversión en infraestructura educativa en todo el mundo, particularmente durante la segunda mitad del siglo XX.

Sin importar su ubicación, las instituciones educativas en todas partes han seguido muy de cerca la evolución de los medios masivos de comunicación. Con la aparición de cada nuevo medio, los "tecno-entusiastas" han hecho atrevidas declaraciones sobre su poder de transformar (para bien) la educación y el aprendizaje. Con la radio se iban a poder salvar todas las barreras de distancia. Las películas aportarían la riqueza de la comunicación visual. Con la televisión se superarían las cuestiones de distancia y tiempo al permitir que los mejores maestros (en el escenario típico) fueran vistos y escuchados por estudiantes en cualquier parte. Empezando en los años setenta, las computadoras, por su habilidad de procesar y presentar grandes volúmenes de información, iban a transformar la manera en que cada materia sería enseñada. Y durante los últimos cinco años, se ha dicho que el internet está modificando la manera en que trabajamos, jugamos, nos comunicamos Y aprendemos -según reza la frase publicitaria usada por Cisco Systems, uno de los principales proveedores de hardware ligado al internet.

ChatMientras que cada medio ha visto la llegada y la partida de sus días de gloria como EL medio educativo y de aprendizaje preferido, en el caso del internet apenas nos encontramos al inicio del ciclo. Sin embargo, existen algunas razones para creer que toda la excitación que rodea a este último medio pueda llegar a convertirse en algo más. En primer lugar, tenemos la capacidad sin precedente del internet de integrar todos los medios que se presentaron antes que él. El texto y la imagen (medios impresos), la voz (el teléfono), el audio (la radio) y el video (películas y televisión) están disponibles para los usuarios del internet que utilizan computadoras en casa, en el trabajo, y prácticamente en cualquier parte donde puedan encontrar un punto de acceso a las redes de telecomunicación. En segundo lugar, es un medio que descentraliza las capacidades de producción, por lo que en vez de la relación de uno-a-muchos que se tiene con los medios masivos de comunicación, ahora tenemos una relación de muchos-a-muchos. Tercero, la naturaleza del medio en sí promueve la interacción no sólo con el contenido presentado, sino también con los que lo producen y con otros consumidores. Cuarto, una gran parte del contenido está disponible gratuitamente (una vez que los usuarios han hecho la nada insignificante inversión en computadoras y cuotas de acceso). Quinto, el acceso al contenido que se encuentra fuera de las fronteras donde uno habita no representa un problema (en la mayoría de los casos), ya que la red no se detiene a reconocer fronteras nacionales.

Por supuesto existen muchas otras razones, pero me detendré ahí porque esas primeras cinco apoyan el argumento central con el que quisiera cerrar. El aprendizaje es un asunto de curiosidad y el internet, al darnos la capacidad de reconocernos como seres inmensamente curiosos, tendrá un profundo impacto en las actitudes que tenemos hacia lo que desconocemos. Por primera vez, quizá, desde que la imprenta le permitió a las masas tener acceso al conocimiento y a la información que habían sido limitados a unos cuantos, el internet será la fuerza conductora que modifique las instituciones educativas en todo el mundo y que modifique lo que las personas esperan ser capaces de hacer para lograr acceso a las oportunidades de aprendizaje, en donde quiera que estén, en horarios que les sean convenientes, y -más crucialmente- sin importar quiénes son.

Pedro Hernández-Ramos


Usted puede contactar a Pedro Hernández-Ramos en: pehernan@cisco.com

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