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Homenaje a un amigo.
Alberto Korda vino el año pasado a la Ciudad de México, por motivo de una exposición que se le había otorgado en el Instituto Cultural Francés. No había visto a Alberto desde hace un buen número de años, por lo que fue particularmente grato que nos visitara en nuestra casa en Coyoacán, junto con su hijo Fidel y Darrel Coutourier de Los Ángeles, entre otros amigos que ese día llegaron con él. Nos tomamos fotografías el uno al otro y después salimos a comer. Hablamos de nuestros amigos mutuos que no habíamos visto por años y de fotografía, especialmente sobre la imagen digital. Discutimos la posibilidad de hacer una exposición de su trabajo aquí en ZoneZero, con imágenes que su hijo Fidel y Darrell escogerían, imágenes que no habían sido vistas en ningún otro lado. El tiempo siguió su curso. Darrel y yo nos reunimos una vez para continuar con la idea de la exposición. Fidel, que vivía en Suecia, era difícil de localizar por medio del correo electrónico. Entonces, unos meses más tarde, recibí un correo electrónico de Fidel, y la idea continuó estando en etapa de planeación. Hoy es con gran tristeza que les comunicó la pérdida de Alberto Korda. Por más triste que sea la pérdida de un amigo, una cosa que puede decirse es que Korda llevó una vida plena. Te recordaremos en la memoria como alguien que disfrutó la vida al máximo. Pedro Meyer |
Alberto
Korda muere a los 72 años; Fue fotógrafo de Castro y
el Che.
Alberto Korda, de 72 años de edad, fotógrafo cuya foto de Ernesto Che Guevara se transformó en una de las imágenes más conocidas de las rebeliones estudiantiles y de la izquierda, murió de un paro cardiaco el 25 de mayo en París, en donde el fotógrafo, residente en La Habana, estaba asistiendo a una exposición de su obra. La imagen de Guevara llevando una boina militar sobre su cabellera ondeante y con mirada pensativa adquirió la condición de icono cuando apareció poco después de que el líder revolucionario fuera capturado y muerto en Bolivia en 1967. La foto, titulada Guerrillero Heroico, se encontraba en playeras, llaveros, gorras y hasta calcetines. Pero, Alberto Korda, un firme partidario del comunismo, recibió escasa compensación monetaria por su fotografía. A finales de los noventa, enojado por la comercialización desenfrenada de la imagen, demandó con éxito a una agencia británica de publicidad que había utilizado su imagen en un anuncio de Vodka. Korda, cuyo nombre de nacimiento era Alberto Díaz Gutiérrez, nació en la Habana, hijo de un trabajador ferroviario. Korda, quien fue un destacado fotógrafo publicitario en Cuba, amaba los automóviles deportivos y las mujeres hermosas. Tenía un Porsche, un MG y un magnífico estudio frente al lujoso Hotel Nacional. Pero se enamoró también de la Revolución Cubana y abandonó todos los lujos del capitalismo. A partir de 1959, dejó la fotografía comercial por el fotoperiodismo, pasando gran parte de su tiempo como fotógrafo personal de Fidel Castro. Retrató a Castro y al Che jugando golf y pescando; a Castro con el dirigente soviético Nikita Khrushchev; a Castro con el escritor estadounidense Ernest hemingway; e incluso un encuentro entre Castro y un tigre enjaulado en el zoológico de Nueva York. El 4 de marzo de 1960, Korda trabajaba como fotógrafo independiente para el periódico cubano Revolución cubriendo el funeral de las 136 personas muertas por la explosión de un barco con municiones en el puerto de la Habana. Castro estaba pronunciando un discurso en el que acusaba a los Estados Unidos de la explosión. Guevara, ministro del gobierno cubano en aquel entonces, hizo un breve acto de presencia y Korda capturó su imagen en tan sólo dos cuadros, uno de ellos particularmente bueno, en opinión de Korda. Fue de poco interés para los editores de Revolución. Castro era la estrella del día y su rostro aparecería en primera plana. Korda guardó los negativos. Siete años más tarde, cuando Guevara, operando en Bolivia, fue capturado por los soldados y muerto, convirtiéndose al instante en mártir de la revolución. De manera casi instantánea, la fotografía de Korda comenzó a aparecer en Europa, sin que al gobierno cubano o a Korda pareciera importarles. A través de los años, logró tener un buen estándar de vida según los parámetros cubanos vendiendo impresiones de su imagen del Che. Donó el dinero que obtuvo en la demanda a la campaña de anuncios de vodka al hospital de niños en la Habana. © 2001 The Washington Post Company. |