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¿Y de quién es la foto?

por Diane Smyth

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De acuerdo a los hechos, la BBC no queda bien parada, cualquiera que sea el resultado de su pleito con Reginald Davis esto esta claro: la organización escaneó una copia de una imagen del fotógrafo y la utilizó sin su conocimiento para un programa que era la antítesis de su trabajo.

Davis ha fotografiado a todas las familias reales del orbe y ha hecho su carrera a base de sus buenos contactos con ellos, por eso se perturbó cundo vio que su imagen de la boda del príncipe Carlos y Lady Diana fue usada para ilustrar un programa sobre las infidelidades reales. No solo ofendió el sentido del honor de Davis sino que puso en riesgo sus contactos de trabajo.

Claro que Davis no puede realmente quejarse cuando las imágenes aparecen en programas que le disgustan cuando ha cedido los derechos de todo su archivo.

Este es un punto de discusión, Davis alega que pensaba que se le contactaría para que consintiera la utilización de cada imagen. De hecho esto hubiera estado conforme al espíritu original del acuerdo estándar Tel Pic de la BBC.

Pero cualesquiera que sean los usos correctos o incorrectos de la imagen, el escaneo es un asunto aparte. Primero que nada, la calidad de la imagen escaneada será inevitablemente inferior a la de la original. Si quisiera insistir en este punto Davis podría argüir que el uso de imágenes escaneadas daña su reputación al implicar que él produce imágenes de baja calidad.

Y tal vez de manera más alarmante, si las imágenes son escaneadas en vez de ser usadas directamente, los fotógrafos dependen por entero de sus clientes para saber que ha sido usado y en donde. Tal como lo muestra la controversia entre Davis y BBC, esto puede ser pasado por alto fácilmente, y tal como Davis se ha enterado, las organizaciones que olvidan informar a los fotógrafos sobre el uso de viejas imágenes, también pueden olvidarse de pagar.

Este punto trae a colación el asunto de la piratería de imágenes. Dentro de todo, la BBC actuó legítimamente al tener el permiso de Davis para usar su imagen, pero una compañía sin derecho alguno sobre la imagen podría fácilmente actuar del mismo modo.

Quizá el ejército de los Estados Unidos ha demostrado que la tecnología digital hace cada vez más difícil el control del uso de imágenes y difícilmente puede esperarse que los fotógrafos sean capaces de monitorear todas las posibles publicaciones de su trabajo. Incluso Davis está preocupado que ahora que su foto está en el sitio de Internet de BBC sin protección adecuada, ésta pueda ser copiada en todo el mundo solamente oprimiendo un botón.

Es difícil ver que es lo que los fotógrafos pueden hacer ante la reproducción no autorizada de sus imágenes. Pocos pueden permitirse encontrar todos los usos de sus imágenes y menos aún pueden ejercitar acciones legales, quizás las únicas dos vías para ponerle un alto a esta práctica. Los abogados de Corbis han comenzado ha proteger agresivamente su propiedad intelectual de lo que, efectivamente, constituye un robo.

Pero, dejando esta cuestión, los fotógrafos pueden llevarse una lección de la experiencia de Davis. En primer lugar, lean cuidadosamente el contrato. La BBC utilizó un contrato estándar en la industria, pero al parecer estiraron los límites más allá de su contenido original. Aunque se consuma mucho tiempo y dinero, los fotógrafos deben contar con asesoría legal antes de firmar nada, ya sea de las manos de su propio abogado o de una entidad comercial de la industria. Al parecer, en estos días poco puede hacerse puramente en base a la confianza.

Diane Smyth

British Journal of Photography
www.bjp-online.com