Mi trabajo
trata del choque y la contradicción de la
estética de mundos culturales opuestos. Uno rico en
mitos y tradiciones, que pertenece a una cultura aislada; el
otro, orientado a la idea del progreso, basado en los
ideales de la razón y de la verdad universal.
La idea de identidad ha sido rechazada y reinventada en
varios planos; desde escuelas formales que desechan valores
"extraartísticos", hasta arte político que nos
procura una visión idealizada de la verdad
histórica. De cualquier manera el México
moderno, industrializado, nos obliga a reconsiderar ambas
perspectivas. No podemos regresar a una noción
impoluta de la historia como contenido artístico
válido, pero tampoco podemos, como los
internacionalistas, pretender que el arte debe ser reducido
a una exploración de elementos formales puros, libres
de contenido.
Esto nos sugiere primero que la noción del ejercicio
formal puro del "arte por el arte" debe resultar
últimamente irrelevante; y segundo, que debemos
aceptar exploraciones de contenido y significado en un
sentido más amplio y libre que el aceptado, por
ejemplo, por la orientación
histórico-nacionalista de los muralistas. Para el
artista interesado en una producción puramente formal
queda poco terreno. Lo que queda es la posibilidad de
codificar y recodificar elementos formales reutilizables con
valores sociales y/o estéticos dados dentro de un
nuevo sistema semántico que viole sus contextos
originales.
En mi trabajo, estas preocupaciones se reflejan a
través del uso de formas de representación de
diversos contextos. La dislocación de elementos de la
estructura jerárquica en su sistema original no
reduce o elimina su significación. Esto resulta en la
creación de un lenguaje personal que transforma
perspectivas históricas y formales a través de
una expresión crítica
contemporánea.
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