la memoria
del padre

 

Hugo Cifuentes
Hugo Cifuentes © Pedro Meyer

Hugo Cifuentes fue un figura muy enigmática. Un gran fotógrafo, un distinguido pintor y artista gráfico, conocido principalmente en su país, Ecuador. Un tutor severo y exigente, con una visión del mundo y las personas a su alrededor muy a la manera de la 'vieja escuela'. Sin embargo, sus imágenes están cargadas de humor y vivacidad. Su conducta en la vida y sus imágenes no tuvieron mucho en común.

Cifuentes fue un hombre muy generoso. Tuve una experiencia muy interesante una ocasión en que Hugo y yo salimos juntos a tomar fotografías en las afueras de Quito. Se estaba haciendo tarde, habíamos estado tomando fotografías todo el día, y yo había agotado todos mis rollos de película. Hugo vio que yo estaba parado, esperando a que terminara de fotografiar. Me preguntó que por qué no quería seguir tomando fotos. Le explique que se me habían terminado los rollos.

Hugo se dio la vuelta, buscó en la maleta de su cámara, sacó su último rollo de película y me lo dio. Yo no lo acepté, sabiendo bien lo que significa para un fotógrafo regalar su último rollo de película. Pero insistió tanto que terminé aceptándolo a regañadientes. Se disculpo por no saber cuántas fotografías quedaban en el rollo, ya que se trataba de una de esas cargas con película comprada en lata. Quiso la suerte que una de mis fotografías favoritas, convertida ahora en un clásico, fue tomada con el último cuadro de ese rollo de 18 fotografías.

Este incidente me dijo mucho sobre la generosidad de este hombre y su deseo de compartir. Desde luego, pasé muchos otros momentos parecidos en su compañía, pero éste fue especial, ya que fue sellado con un obsequio fotográfico que en esencia él me había dado.

Con el paso de los años, regresé varias veces a Quito. Sin embargo, la última vez que vi a Hugo Cifuentes con vida fue cuando lo fui a visitar a su casa. Ya estaba muy enfermo, pero eso no impidió que disfrutáramos una excelente comida preparada por su esposa, en compañía de la mayoría de sus hijos. Después de la comida, le pregunté si podía ver algunos de los dibujos de los que había hablado, trabajos que había venido realizando en los últimos años desde que ya no podía salir a tomar fotografías. Yo tenía mi cámara digital a la mano, así que fue fácil tomar fotos de estos dibujos, los cuales hoy por primera vez ven la luz pública.

Tras decidir que íbamos a realizar este homenaje a su padre, le pedí a dos de sus hijos, a María Ángela, quien reside actualmente en Alemania, y a Diego, quien vive en Quito, que escribieran sobre él desde el punto de vista personal de alguien que convivió tan de cerca con el artista. Queríamos retratar en toda su dimensión al hombre detrás del lente. Sus retratos, extremadamente conmovedores, están llenos de dolor y amargura, al igual que de admiración y, en último término, de mucho amor. Ambos tuvieron que encontrar el valor para enfrentarse a sus demonios y lidiar con la muerte de un padre, además de la experiencia de enfrentar al padre que ya no era. Todos podemos aprender de la dignidad con que hicieron frente a una experiencia tan intensa. Tardaron muchos meses en vencer su renuencia y compartir su experiencia con el mundo. Me alegro de que al final estuvieran dispuestos a hacerlo, enriqueciéndonos a todos en el proceso. Como es el caso de todos los grandes artistas, el individuo detrás de la obra es siempre una realidad multifacética que sólo adquiere mayor profundidad y dimensión cuanto más aprendemos sobre la persona que la realizó.

Hugo Cifuentes fue un hombre complejo y un artista talentoso que fue autodidacta en fotografía. Es con gran placer que les presentamos el trabajo de este sobresaliente fotógrafo ecuatoriano.

Pedro Meyer
mayo de 2002
pedro@zonezero.com


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