Sucedió
que por primera vez en más de cuarenta años tuve la oportunidad
de regresar a Sudamérica.
En mi vuelo de
camino a Argentina tuve un sueño. Soñé con nuestro
lento descenso en Buenos Aires. Mi sueño era en blanco y negro.
Las calles no habían cambiado desde que mi madre tomó
todas aquellas pequeñísimas fotografías en los
años cuarenta.
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