El domingo, el 29 de julio de 2001. Con una mezcla de pena, alegría, y alivio, los restos de quince personas están a punto de ser enterrados en el cementerio de uno de las aldeas. Pablo, quien está de pie en el centro y entierra a su padre quien fue matado en 1983 por una patrulla militar, me dijo aquel día:

" La verdad es que revuelve tristeza con alegría. Tristeza al ver los restos ya que son sólo huesos que uno tiene, en caso de mi papá. Pero a la vez uno trata de sentir como que uno lo tiene nuevamente entre sus brazos, entre sus manos. Ya no fue posible de estrechar la mano y decir: “Adios papá, nos vemos saber cuando” ¿verdad? Ya no es posible, pero aunque sea con sus restos. Este momento de hoy agarro todavía parte de su cuerpo, parte de él, aunque sea sólo sus restos".