El
maestro
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Yo
cuando me acuerdo de 8...9 años, teníamos miedo cuando nos
encontrábamos a un señor mestizo, decíamos que nos
iba a llevar la guasha*, porque en aquellos
tiempos no había tanto mestizo por estos lugares, por eso les teníamos
miedo, porque era una persona de mucha categoría el mestizo.
Yo
c uando me acuerdo en San Antonio ya había escuela de 1er. año
de primaria. Estaba un maestro en todo el pueblo entero. No teníamos
pantalones, nada, puro calzón de manta, le daban a uno sus papás
2 centavos, era una moneda que le decían guatila, y así
el padre podía comprarle a uno sus huarachitos. Ya si de plano
no tenía el padre ni para comprarle sus huarachitos a uno, se ponía
a clavar clavitos para hacer huarachitos con llanta de camión y
cintas de cuero y así ya uno tenía huarachitos nuevos.
Cuando estaba Ávila Camacho**, entonces
nomás había un cuartito para los alumnos. Cómo le
dijera... que nuestro papá no quería que fuéramos
a la escuela para que aprendiéramos. Lo que quería nuestro
papá era que no fuéramos a la escuela, quería que
lo ayudáramos en el campo. Sin embargo, en el 47 llegué
a la escuela, al 48 salí del 1er. año, para poder poner
mi nombre siquiera. Ya en segundo ya me sabía mi nombre, pero el
maestro nos daba de manazos con una regla, le gustaba, y es que nosotros
no poníamos atención, digo, el maestro nos ponía
a copiar unas cuantas letritas en el pizarrón y luego se iba a
echar sus tragos. Llegaba y decía: "A ver, ponme Lalo".
Lalo no es difícil, pero para uno que no sabe es re'difícil.
¿Cómo le íbamos a poner Lalo si ni sabíamos
las cinco vocales?
En la mañana nos enseñaba un rato, le rayábamos los
cuadernos al compañero, se iba el maestro y cuando regresaba le
entregábamos las planas garabateadas con las vocales. Entonces
se enojaba el maestro y había veces que nos hacía brincar
el maestro. Otros días nos ponía tabiques rojos en las manos
y estirar los brazos. Así nomás era un castigo terrible,
a los ocho, nueve años era un buen castigo.
*Guasha,
mestizo
**Manuel Ávila Camacho, Presidente
de México, 1940-1946.
Historia
contada por Joaquín Téllez Flores, originario de San Antonio
Pueblo Nuevo, San Felipe del Progreso, Estado de México.
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