En
este sentido, la Ley de Ejercicio del Periodismo de 1994 -que derogó
la anterior del año 1972-, se refiere a estos profesionales como
Reporteros Gráficos y afirma que éstos pueden ejercer
aún cuando no sean miembros del Colegio Nacional de Periodistas.
De esta condición podemos inferir que el reportero gráfico
es mucho menos periodista que el periodista-redactor.
Es posible, sin embargo, que la confusión sobre la exacta definición
del oficio también provenga del concepto de photojournalist
que han cultivado revistas como National Geographic, donde el mismo
fotógrafo se encarga de la redacción del texto que acompaña
a sus fotografías. Este modelo de ‘fotoperiodista’
trabaja complementariamente las fotografías y los textos con
los que construye una unidad casi indivisible. La fotografía
no está completa sin el texto y viceversa. El reporterismo gráfico
como se entiende Venezuela no es comparable al photojournalism
como acabamos de describirlo.
Dice el español Joaquín Estefanía al prologar el
libro El periodista Universal del estadounidense David Randall,
que el periodismo es el primer borrador de la historia. Y es en esa
relación entre periodismo e historia donde el periodismo fotográfico
se encuentra más a gusto, pues la fotografía, desde sus
inicios, ha servido como una evidencia tangible de que los hechos han
sucedido.
Si el periodismo escrito es el primer borrador de la historia, la fotografía
–toda la fotografía, pero en especial la periodística–
es una píldora de historia congelada. Gracias a la fotografía
podremos ver los cambios en la estructura urbana, en las costumbres,
en el vestido y podremos ponerle rasgos a los personajes anónimos
o trascendentes de la sociedad en evolución. Y aunque la foto
en sí misma no informa en el sentido estricto de la palabra,
sí evidencia, algo que la palabra nunca podrá hacer.
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El
Porteñazo © Héctor Rondón |
27 Febrero, 1989 © Tom Grillo |
Luis
Brito, Premio Nacional de Fotografía en 1996, comentaba en una
entrevista realizada en febrero de 2001, para efectos de este texto,
que el reportero gráfico es un historiador. “Es tan historiador
-afirma- como lo puede ser el que pasa por la academia de historia.
(...)Como lo puede ser el cineasta o lo puede ser, por ejemplo, la televisión.
Es más, la imagen queda y ese es el acontecer diario, es lo que
está pasando en el mundo, esa es la historia; y eso es lo que
está agarrando el fotógrafo de prensa”.
Otro
ganador del Premio Nacional de Fotografía en Venezuela, José
Sardá, en febrero de 2001 coincidió con la afirmación
de Brito al comentar también que el reportero gráfico
“es como un historiador”, y agregó que “el
reportero gráfico es el hombre que de alguna manera es como si
paralizara el tiempo. Es el hombre que puede tomar un instante de algo
histórico que pasó y que tiene su repercusión en
el futuro, en la historia del país”. Aunque el oficio de
reportero gráfico consiste en buscar diariamente imágenes
para ilustrar la historia, esa posibilidad la tiene cualquier fotógrafo,
e incluso, cualquier persona con una cámara en las manos.
El
mismo Sardá, cuenta entre sus anécdotas profesionales
que fue enviado a Puerto Ordaz a cubrir el accidente que el 23 de agosto
de 1964 costó la vida a 36 maestros que paseaban en lancha por
el Parque La Llovizna. Entre los testigos del accidente encontraron
-él y el redactor que lo acompañaba- a un señor
que había tomado fotos del suceso y que aceptó entregarles
el rollo. Una de esas fotos, la de un maestro agarrado de una raíz
con el agua hasta el pecho colgando en el salto, fue portada a ocho
columnas en el periódico El Nacional del día siguiente.
Así es que quizás el reportero gráfico sea mucho
más fotógrafo que periodista. Diremos que se trata de
un fotógrafo especializado, mas no limitado, pues el ejercicio
de la fotografía periodística no limita el ejercicio de
otro tipo de fotografía, y por otro lado, de un periodista limitado,
pues su ejercicio del periodismo se limita, al menos en nuestro país,
sólo a lo fotográfico.
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