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Photography in Japan

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Rinko Kawauchi

Rinko KAWAUCHI, Sin título, de la serie Utatane, 2001 © Rinko Kawauchi.
Cortesía de Galerie Priska Pasquer, Colonia

Aunque éstos artistas adoptaron una visión del mundo dominada por el close up, otros trabajos comenzaron a aparecer hacia el año 2000, en los que las perspectivas aparecen “aplanadas” y aunque las nociones de “cercano” y “distante” son cuestionadas, se les da una importancia igual. Esto es un reflejo de una de las características de nuestros tiempos, dominados por la tecnología digital, la cual procesa la información sin importar la jerarquía de los datos. Por ejemplo Gentaro Ishizuka eligió a la tubería de Alaska como tema. Se trata de la segunda tubería más larga del mundo y él no se detiene por las dificultades presentadas por el tamaño del proyecto. Sus imágenes son tan neutrales, que casi nos desaniman. Esta aproximación tan contemporánea es similar al trabajo de Wolfgang Tillmans en su serie “Concorde”, en la cual el fotógrafo ve todas las cosas sin ningún rastro de juicio de valor.

Dicho esto y sin quedar suscrito a ninguna “tendencia” contemporánea, numerosos fotógrafos continúan haciendo una pregunta fundamental para su medio de expresión elegido: ¿Qué es lo “fotografiable” y qué no? Keisuke Shirota pega pequeñas fotografías a un lienzo y utilizando pintura acrílica, prolonga la imagen más allá de su encuadre original, resaltando el intervalo entre lo visible y lo invisible, lo imaginario y lo real. Akiko Ikeda utiliza imágenes de personas, recortándoles algunos fragmentos, con un giro humorístico similar a la iluminación a contraluz, ella transforma la fotografía bidimensional en un objeto tridimensional. Mientras que éstos dos artistas exploran los límites del encuadre desde el exterior, otros, como Takashi Suzuki, Naruki Oshima, Nobuhiro Oshima y Mamoru Tsukada, trabajan desde el interior para buscar la pequeñas grietas en la barrera entre lo visible y lo invisible.

Hay otros que tratan este tema específicamente en lo que respecta a la memoria, que no puede ser vista por el ojo, trabajando con recuerdos y eventos históricos ligados al lago Biwa, el más grande del Japón, Nao Tsuda teje una delicada narrativa hecha de paisajes e historias. Tomoko Yoneda es la artista con la trayectoria más larga de entre todos los presentados en la sección “Manifestación”. Ella toma fotografías muy detalladas de paisajes en la escena de eventos históricos o accidentes. De esta manera, ella explora los límites de la representación visual, tanto desde el punto de vista estético como desde el ético. En nuestra era digital, la imagen se ha convertido en un producto de “consumo de alta velocidad”, y éstos fotógrafos están en contacto inmediato con los eventos mundiales como nunca antes. La seriedad y consistencia con la que continúan su búsqueda y sus elecciones artísticas son tales, que el espectador siente la necesidad de tomar una pausa para reflexionar.

Mika NINAGAWA

Mika NINAGAWA, Sueños Líquidos, 2003, cortesía de Tomio Koyama, Tokio.


Editores Japoneses

Resulta imposible sobrestimar el papel de las publicaciones impresas en la evolución de la fotografía japonesa. Aún antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial hubo un gran número de publicaciones dedicadas a la fotografía en el Japón. Pero fue en el período de la posguerra y la gran popularidad de cámaras fabricadas en el país lo que trajo una abundancia de revistas especializadas, dignas de mención fueron “Camera”, “Photo Art” y “Asahi Camera”, entre otros, dando aún mayor ímpetu a la actividad fotográfica. La mayor parte de éstas revistas, no sólo publicaron artículos y asesoría técnica a los aficionados, también proporcionaron información sobre la fotografía Occidental, la obra de fotógrafos extranjeros. Muy pronto, éstas se convirtieron en trampolines para los fotógrafos profesionales del Japón. En los primeros tiempos, los libros fotográficos fueron publicados en colaboración con éstas revistas especializadas. Para la segunda mitad de 1950, aunque en un reducido número, los libros se convirtieron en medios de expresión independientes. Los sesentas y setentas vieron nacer una serie de obras maestras “Barakei” (Terrible Experiencia con Rosas) de Eikoh Hosoe en 1963, “Chizu” (El Mapa) de Kikuji Kawada en 1965 o “Senchimentaru na tabi” (Viaje Sentimental) de Nobuyoshi Araki en 1971.

En 1980 algunas de las publicaciones que habían tenido un papel preponderante en los círculos fotográficos perdieron su ímpetu. La revista “Camera Mainichi” cerró sus puertas en 1985. Cada vez más fotógrafos recurrieron a los libros para difundir su trabajo. Eran apoyados por muy pocas editoras, tales como Michitaka Ota de Sokyusha. Él supervisaba la publicación de trabajos de muchos fotógrafos, algunos bien establecidos, otros aún desconocidos, incluyendo al legendario “Karasu” (Cuervos) de Masahisa Fukase en 1986. Hacia el final de los ochenta, el fotógrafo Osamu Wataya fue nombrado director artístico de la compañía de moda “Hysteric Glamour”. En la primera mitad de los noventa, supervisó la publicación de la serie “Hysteric”, que llevó de nuevo a Daido Moriyama al centro de la escena fotográfica. Hasta hoy en día, Wataya continúa publicando libros de fotografía que sobresalen por su inventivo diseño.

Tomoko YONEDA

Tomoko YONEDA, Los anteojos de Tanizaki’s al leer una carta de Matsuko, 1999.
Cortesía Shugo Arts, Tokio

Las cinco casas editoras presentadas en la Exposición Central de Paris Photo tuvieron sus comienzos en el contexto mencionado anteriormente. Hoy en día son los socios más activos para los fotógrafos en términos de ayuda para concebir y publicar sus materiales personales. Lejos de ser considerados como meras copias de tal o cual trabajo o como simples canales de información, a sus ojos, constituyen un vehículo esencial para la fotografía, por supuesto teniendo en cuenta que la fotografía es en su origen, una técnica de reproducción. Hay un gran número de notables fotógrafos en Japón hoy en día, pero muy pocas galerías dispuestas a comercializar su trabajo. He aquí el por qué la actividad de estos editores es crucial, no sólo en términos de apoyar su trabajo, sino también para la fotografía japonesa en su conjunto.

Fundada en 1984, Toseisha el la más antigua de estas 5 casas editoras. Desde su comienzo, ha publicado de manera constante la obra de  fotógrafos japoneses, tanto profesionales como aficionados. Su presidente Kunihiro Takahashi, es también el editor en jefe y está tan dedicado a su trabajo que le da seguimiento personalmente, hasta donde es humanamente posible, a cada etapa del proceso, desde la revisión de las hojas de contacto hasta el mezclado de las tintas para la impresión. Por ejemplo, le llevó diez años perfeccionar la edición refinada y ampliada del trabajo casi mítico “Zokushin, Dioses de la Tierra” de Hiromi Tsuchida, originalmente publicada en 1976.

Los catálogos de Little More, casa editora fundada en 1989, ofrecen una gran variedad de libros que tratan todos los aspectos de nuestra cultura. Después de la publicación, a mediados de los noventa, de los trabajosde Takashi Homma y Yurie Nagashima, esta editorial comenzó a publicar más libros del trabajo de fotógrafos jóvenes, como Kayo Ume, quien ganó el premio Kimura en el 2006 con su libro “Umeme”,  teniendo un éxito asombroso al vender más de 100,000 copias. Utilizando su propio estilo y diseño, Ume captura momentos que aparentan una normalidad cotidiana, pero creando imágenes que parecen vistazos furtivos que son a veces humorísticos y a veces ligeramente pérfidos. Su éxito encarna de muchas maneras el aspecto más “popular” de la cultura fotográfica japonesa. El caso de Ume está lejos de ser una excepción, muchos fotógrafos han conseguido el respeto de los aficionados y el aplauso del público no a través de la exhibición de impresiones originales sino de la publicación de libros.

Kayo UME
Kayo UME, Ume-me, cortesía de Little More, Tokio

El primer volumen de la obra “Ikite iru” (Vivo) de Masafumi Sanai, ha tenido un impacto decisivo en la expresión fotográfica japonesa de los últimos 10 años. Fue publicado en 1997 por Seigensha, que solo tenía dos años de fundada en ese entonces y cuya preocupación recaía en las artes visuales en su conjunto. Hideki Yasuda, su director, quedó pasmado al ver el trabajo de Sanai y el increíble rigor que subyace en su aparente crudeza. Después de descubrir a éste artista, publicó a otros fotógrafos, incluyendo a “Me no mae no Tsuzuki” de Jin Ohashi, una obra especialmente sólida en la que el artista muestra, de una manera casi carnal, la discontinuidad entre el traumático intento de suicidio fallido de su padre y la banalidad de la cotidianeidad.

La editorial más poderosa en el campo de los libros fotográficos en Japón es Akaaka Art Publishing. Fue fundada en el 2006 por Kimi Himeno quien llegó de Seigensha, en donde trabajó como editora de fotografía en sus comienzos. Como consecuencia de haber conocido tanto a Sanai como a Ohashi, Himeno se percató del inmenso poder de su trabajo al explorar las profundidades de la vida y de la muerte. Ella supervisó la publicación de una gran cantidad de libros, en especial del trabajo de los fotógrafos jóvenes. En el 2007, el premio Ihei Kimura fue compartido por Leiko Shiga por “Canario,” y Atsushi Okada por “Yo Soy,” ambos publicados por Akaaka. Esta casa editorial posee un gran respeto en el medio asi como enorme influencia, los cuales son iguales, si no mayores, que los de las galerías de fotografía.

Junto con un pequeño grupo de críticos especializados, los editores de las revistas de fotografía jugaron el papel más importante en la escena de la fotografía japonesa hasta los años ochenta. En los años 90 fueron desplazados por los curadores de museos. Con el siglo XXI llegó el turno de los directores de arte apasionados de la fotografía, tales como Hideki Nakajima o Jun'ichi Tsunoda. Con su capacidad de hallar nuevo talento y libres de cargas institucionales, ellos han podido reunir a su alrededor a la joven generación de fotógrafos.

Una figura destaca entre este grupo de descubridores de nuevo talento: Satoshi Machiguchi quien estuvo detrás del proyecto de “Ikite iru” y desde entonces ha concebido y diseñado una serie entera de libros de arte y fotografía. Para poder trabajar libremente y hacer que algunos de sus sueños se realicen, él concibió una estructura ligera en el 2005 llamada “M Label” Los trabajos que él ha publicado en esta nueva editora se pueden admirar en toda su diversidad en la “Librería M.” Cada uno de estos libros ha sido concebido muy cuidadosamente hasta el detalle más minucioso, y evidencian la relación estrecha entre los fotógrafos individuales y su director artístico. La flexibilidad de Machiguchi le permite realizar sus actividades sin verse atrapado en los circuitos de publicación existentes. El dinamismo de las cinco editoriales presentadas aquí y de los libros producto de sus esfuerzos, ofrecen una comprensión de la esencia de la fotografía japonesa contemporánea y de su evolución actual.

Tomoko SAWADA
Tomoko SAWADA, Decoration, 2007. Cortesía de MEM Gallery, Osaka

 

La Sala de Proyecciones en Paris Photo 2008

Desde principios de los 90, un creciente número de fotógrafos japoneses ha comenzado a hacer películas, una tendencia que se puede explicar en parte por el hecho que las distinciones tradicionales entre diversos modos de expresión artística pierden su sentido cada vez más. Este fenómeno claramente se basa en gran parte en el desarrollo de la tecnología digital, la que ha facilitado considerablemente la manipulación de imágenes. Dicho esto, si revisamos la etimología de la palabra, un fotógrafo es alguien que “escribe con la luz”. Naturalmente se deduce que también pueden crear “imágenes en movimiento.”

Hemos montado el programa de la Sala de Proyecciones con el fin de ofrecer al espectador una visión interior que nos permita acercarnos más al trabajo fotográfico de cada uno de los artistas, desarrollado aquí con mayor profundidad o de una manera más experimental. La pieza más antigua aquí presentada es “Shinjuku, 1973, 25 P.M.”, la única película hecha por Daido Moriyama. Fue filmada un año después de la publicación de su legendario libro “Sashin yo sayonara” (Adiós, Fotografía, Adiós), de 1972. ¿Qué resta decir sobre este trabajo, filmado en 8mm, y que fue comisionado por el municipio del distrito de Shinjuku en Tokio, aparte de su carencia total de foco y del hecho de que, de principio a fin, se lee como un vagabundeo sin objetivo a través de las calles en la noche, como el merodear de un perro callejero? No hay puntos de referencia, ni de espacio ni de tiempo, ninguno límite entre lo figurativo y abstracto. La película fue rechazada por las autoridades y olvidada en los estantes por 30 años. Sin embargo, permanece como una reflexión sobre la aproximación radical de Daido Moriyama quien hizo frente a todas las reglas, deconstruyendo imágenes existentes, de la misma forma que en su trabajo fotográfico. Moriyama nunca filmó otra película después de “Shinjuku, 1973, 25 P.M.”

Entre los fotógrafos japoneses que realmente han abordado la cinematografía, Yasumasa Morimura se destaca como pionero. Su primer trabajo en este campo fue “Cometman” (1991), en el cual él se muestra a sí mismo con la cabeza afeitada vagando por las calles de Kyoto y admirando una pintura de Marcel Duchamp, a quien dedicó este vídeo. Él rinde tributo a otro artista, el fundador del “Factory”, en “Yo empuñando un arma: para Andy Warhol.” Morimura es conocido por presentarse disfrazado como figuras escogidas de las grandes obras maestras de la historia del arte. Él sigue esta metodología aquí, no obstante de una manera más teatral.

Tomoko Sawada  sigue una aproximación similar, aunque ella se ocupe de temas más íntimos que Morimura, ella también se transforma y es conocida por sus muy coloridas representaciones de los cientos si no es que miles de diversos personajes. En “Máscara” ella juega con la confusión entre la máscara y su propia cara, llevando claramente al espectador hacia la esencia misma de su cuerpo del trabajo.

Lieko Shiga

Lieko SHIGA, Velo de Boda, 2006, cortesía de AKAAKA Art Publishing, Tokio

Otra estrella de la generación joven de fotógrafos japoneses que llegaron a la cima al comienzo del siglo XXI, Rinko Kawauchi, comenzó estudiando cinematografía en la universidad. “Semear” es su primera película desde que alcanzó la prominencia como fotógrafa. El vídeo fue comisionado por el Museo de Arte Moderno de Sao Paulo y se filmó en locaciones en todo Brasil, pero particularmente en las áreas habitadas por las comunidades de origen japonés. La combinación sutil de color, sonido y luz le da a este trabajo la calidad frágil de una burbuja de jabón que contiene el mundo entero.

Mientras que en “Ellos todavía están pegados a tu pared - Versión Gifu”, de Akiko Ikeda  ella utiliza un dispositivo al parecer muy simple - aviones diminutos hechos de barro pegados en las ventanas de un tren - para crear una sensación graciosa de un “viajecito” y así explorar la imaginación, tal como ocurre en la vida cotidiana. 

Por su misma naturaleza, la fotografía como medio no se limita a ser una manera de producir impresiones de negativos sobre papel fotográfico. Lejos de esto, puede tomar una gran variedad de formas: puede ser impresa en una pagina o ser proyectada sobre una pantalla. Un número de fotógrafos han aprovechado algunas de las características de su medio elegido y han producido películas que no son “imágenes en movimiento”, sino que se componen de una combinación de imágenes fijas. Lieko Shiga es uno de los artistas jóvenes aclamados actualmente en el Japón. Usando sobre todo imágenes que ella no incluyó en su libro “Canario,” (ganador del premio Ihei Kimura en el 2007), ella ha creado un slide-show en el que juega con una alternancia intensa entre la oscuridad y la luz. Mientras tanto, Taisuke Koyama utiliza una cámara digital para producir escenas urbanas de enorme precisión gráfica. Él las ha montado en “Límite X”, un slide-show compuesto de millares de imágenes proyectadas al vertiginoso ritmo de una imagen por décima de segundo. Mucho más allá del placer visual que procuran dar, ambos trabajos tienen la capacidad de proveer al espectador con una experiencia sensorial total muy intensa.

Otros fotógrafos rechazan el mismo principio de la edición y toman el riesgo de abordar  otro tema: La continuidad contra la discontinuidad de las imágenes. Osamu Kanemura utiliza una cámara de vídeo para tomar instantáneas en el caos de la ciudad o a lo largo de las calles suburbanas, algo parecido a una hoja del contacto. En “Earth Bop Bound,” él enlaza estos fragmentos al azar en un loop infinito. Este vídeo es indicativo del la aproximación particular de este artista, quien busca las “grietas” que le permitan revelar las discrepancias entre el mundo, la imagen y el hombre.

Finalmente en “Tokyo Bay Ban-Ban”, Ryudai Takano quien es conocido por buscar lo erótico dentro de la vida cotidiana en toda su monotonía, trabaja desde ángulos fijos que parecen haber sido elegidos al azar,  emprendiendo un viaje aparentemente sin fin a través de las calles y de los edificios de Tokio en la noche. El espectador eventualmente se percata que el ruido que emana de los huecos oscuros, es de hecho el sonido de los fuegos artificiales en la distancia. Nos guste o no, estas explosiones son recordatorios de los cañones de guerra que están siendo disparados en alguna parte del mundo. En ese sentido, los trabajos de Kanemura y Takano son advertencias silenciosas a nuestra tendencia a considerar las imágenes simplemente como un espectáculo fácil y de novedad.

Mariko Takeuchi

Texto y  fotografías cortesía de Paris Photo 2008.
Traducido del francés por Philippa Neave.


Mariko Takeuchi, es crítico de fotografía y curadora independiente: Nació en 1972, en Tokio, Mariko Takeuchi ha curado varias exposiciones incluyendo el “Charles FrZ¹ger: Rikishi (Galería de Arte del museo de Yokohama; A.R.T. Tokio, 2005). Ha escrito numerosos textos para catálogos y libros de fotografía incluyendo “Ryudai Takano: 1936-1996” (Sokyu-sha, 2006) y “Ryuichiro Suzuki: Odisea” (Heibonsha, 2007). Ella es colaboradora regular y crítico de  fotografía para varias revistas tales como “Asahi Camera” y “Studio Voice”. Ella también se encuentra a cargo de la sección de fotografía japonesa escribiendo para “The Oxford Companionto the Photograph” (Oxford Univ. Press, 2005). Es conferencista de medio tiempo en la Universidad de Waseda, e investigadora invitada del Museo Nacional de Arte Moderno de Tokio.

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