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Hablando
de fotografía
Puntos de vista acerca del arte,
el oficio y el negocio
por
Frank Van Riper
Allworth Press, Nueva York
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Reseña
por Hans Durrer

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“El fotógrafo ganador de premios
y columnista del Washington Post, Frank Van Riper reúne
una colección de sus columnas más populares para
deleitar a sus lectores con un tesoro de agudeza fotográfica...” Eso
es lo que uno lee en la contraportada de este libro. Pues bien,
vamos a ver cuál es la agudeza fotográfica de este
autor.
Sobra decir que hay diferentes maneras de leer un libro. Una de
las posibilidades es leerlo de principio a fin. La otra es abrirlo
al azar y comenzar la lectura donde y cuando uno prefiera. En el
caso de este tomo, yo opté por la segunda opción.
Y efectivamente encontré “un tesoro de agudeza fotográfica” que
me hizo re-pensar algunas de mis opiniones.
Aquí va un ejemplo: Aunque nunca he pensado que las fotografías
se deben leer como textos, como suelen creer algunos críticos
(el por qué las imágenes deben ser declaradas textos
es algo que rebasa mi entendimiento), sin embargo, he utilizado
a menudo (admito que sin pensarlo demasiado) la expresión “leer
fotografías”, hasta que me topé con esta cita
de Neil Selkirk (‘Ver y fotografiar por instinto’): “El
proceso de mirar está más cercano al de oler o degustar
que al de leer. La respuesta es inmediata e instintiva, más
como un reflejo que considera al cerebro conciente como demasiado
abarrotado y con falta de espontaneidad.
Me parece buen punto, pero ¿leer fotografías no significa que deberíamos
pensar acerca de ellas, reflexionar sobre ellas, cuestionar qué es lo
que estamos mirando, en vez de simplemente ser víctimas de nuestro inconsciente?
Selkirk sigue diciendo: “Pensar, de hecho, limita nuestra habilidad para
disfrutar las fotografías, que derivan su fuerza de su habilidad para
penetrar directamente en el inconsciente. Allá en lo inalcanzable, las
imágenes estimulan la memoria y establecen conexiones que luego saltan
a la mente consciente, donde se vuelven accesibles para usted y para mí.”
¿Tiene razón Selkirk? ¿El pensar limita nuestra habilidad
para disfrutar las fotografías? Supongo que si lo que quiere usted de
las fotografías es ante todo el placer, entonces él debe estar
en lo cierto. No obstante hay muchísimas fotografías (piense por
ejemplo en documentales, propaganda política, etc.) que claramente pretenden
que se reflexione sobre ellas. De hecho, reflexionar sobre ellas es una
condición para disfrutarlas.
Bajo el título Stephen King. Maestro de fotografía“ Van
Riper se refiere a On Writing (Sobre la Escritura), de Stephen King, calificándolo
como “un libro sobre fotografía perspicaz, claro y que se puede
disfrutar plenamente”. Con esto, Van Riper quiere decir que lo que plantea
King sobre la escritura, pudiera igualmente decirse sobre la fotografía.
Por ejemplo: King aconseja a los escritores novatos que lean vorazmente, pues
la lectura “es el centro creativo de la vida de un escritor.” Van
Riper comenta: “Pudiera decir aquí que la observación, el
estudio y la absorción de la buena fotografía sirve al mismo propósito
para un fotógrafo principiante. Esto es así porque el aprendizaje
de los componentes de una buena imagen –composición, iluminación,
gestos- y la observación de esos elementos, usados de diferente manera,
una y otra vez por diferentes maestros, le facilita a una persona alcanzar el
mismo fin por sí misma, con el paso del tiempo. Y simplemente no hay alternativas
para esto. No hay atajos.”
Van Riper también subraya que “en ninguna parte de su libro King
tiene algo que decir acerca del ‘equipo’. Por mis propias conversaciones
con él, yo sé que escribe sobre cualquier cosa, desde una computadora
hasta el dorso de una servilleta. Tengan eso en cuenta la próxima vez
que se sientan tentados de creer que su rendimiento creativo se duplicaría
si gastaran el dinero de la renta en una cámara mejor. Mejor deberían
gastar una parte de ese dinero en unos cuantos libros de fotografía y
así podrían estudiar ahí las imágenes para hacer
un mejor uso de la cámara que ya tienen.” Buen consejo, diría
yo.
Otra pieza se titula “Elogio de la Obsesión”. Como yo nunca
he considerado la obsesión como algo positivo (de hecho, todo lo contrario)
me preguntaba acerca de qué pudiera tratar este “elogio”.
Van Riper elabora lo siguiente: “Como fotógrafos comerciales, contratados
como mercenarios por cada director artístico, organizador de eventos,
revista o agencia publicitaria, podemos pensar que no tenemos tiempo para estos
lujos artísticos, especialmente cuando enfrentamos momentos difíciles
y tenemos la necesidad de sobrevivir. Sin embargo, sugiero que el fotógrafo
que piense así se está limitando a sí mismo en un sentido
importante y fundamental. El proyecto que nos habla directamente –que permanece
en nuestra mente al final de un día aburrido de tableros o ensamblando
encabezados- es el que va a mantenernos sanos en la rutina de la fotografía
comercial. Yo sostengo que rendirse a la obsesión es la mejor manera de
permanecer sano.” Sumamente perspicaz, ¿cierto?
En otra ocasión Van Riper anota: “La fotografía, como la
pintura, constituye un gran aprendizaje para ver” y continúa, “y
se vuelve más cómoda con el equipo que nos permite convertir lo
que vemos en algo tangible.” Perspicacias como éstas son la que
busco en los libros.
“Talking Photography” consiste de 99 artículos (incluyendo
la introducción) y cubre un amplísimo rango de temas, desde entrevistas
(por ejemplo, a Bruce Davidson o Frans Lanting) hasta reseñas (como Irlanda
de Dorothea Lange, Eduard Steichen: Disminuido por su Éxito, Henri Cartier-Bresson
y Brassai: Dos Modos Diferentes de Grandeza) a recomendaciones técnicas
(como Fotografía de Obras de Arte o Capturando Venecia de Noche) y más.
¿Qué fue lo que más me gustó de este útil
y recomendable volumen? Las joyitas que encontré por aquí, por
allá y por todas partes. Aquí pongo dos ejemplos más. El
primero: “Puesto simplemente: Un pintor puede crear una imagen desde la
memoria; un fotógrafo no puede. Por esta razón la fotografía
ha ganado una reputación de veracidad (‘la cámara nunca miente,‘ aunque
de hecho la cámara siempre miente al trasladar la imagen tridimensional
a una de sólo dos dimensiones). El segundo es un título, y todavía
me hace sonreír: “Stieglitz y Nueva York: Una ciudad a la altura
de su ego.”
// Hay que cambiar este valor por el de editorial que corresponda
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