Durante
todo ese tiempo Viviana se mantuvo muy alejada de Lara y de mí.
Viviana argüía que la distancia mantendría protegida
a nuestra hija de todo lo que ella estaba sufriendo. Optó por
aislarse hablando descontroladamente de cosas triviales, para ocupar
todos los posibles espacios de silencio, y así evitar que fuera
hablado lo que realmente rondaba nuestras cabezas.
Por más
que Viviana intentara alejar a Lara de la posibilidad de vivir momentos
dolorosos, esto resultaba imposible. Lara reconocía los dolores
físicos y espirituales de su madre.
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