Los mexicanos no sólo se han vuelto expertos en la satisfacción furtiva del deseo, también han perfeccionado el sexo público. Los salones de baile albergan orgías de toda la noche donde los ritmos tropicales hacen que los pubis se rocen unos contra otros a través de los jeans manchados. Los neo-primitivos llegaron tarde al juego: durante siglos, la ciudad de México, así como todo pueblo y ranchería de provincia, ha recibido el amanecer cruda y saciada –con casi todos sus habitantes aún completamente vestidos.

Joseph Rodriguez

Pero no todo el sexo es tan "seguro". Como eje del sexo mexicano encontramos dos máscaras: la puta y el puto, la prostituta y el maricón, las más deseadas de todas las personalidades sexuales.
Es en la calle, en el cuarto de hotel o en el burdel que se da la manifestación más feroz de las contradicciones sexuales de México.


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Es la cogida más desesperada, más solitaria, a veces acompañada de una violencia que es la negación última, terrible de un vacío mítico vuelto físico, en el que el espíritu torturado busca su salvación a través del ardor de la carne. No es ésta la transubstanciación sobre la que predican los teólogos católicos, pero al mismo tiempo, a mí siempre me ha parecido que la comunión tiene un sospechoso parecido con el sexo oral.

Josep Rodriguez


Hay una oscuridad inherente en usar las máscaras, y a veces este rasgo oscuro escapa a la rutina de la recámara y se pasea peligrosamente por las calles. A principios de los años noventa en la ciudad de México, varias docenas de hombres homosexuales fueron asesinados en una serie de crímenes. Los predadores eran policías, los más machos de los machos y, en la torcida psique sexual de México, los más putos de los putos. Los policías intentaban matar en ellos mismos eso que ellos pensaban residía sólo en sus víctimas.

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Pero el juego de las máscaras, tanto su lado luminoso como el oscuro, está cambiando en México, y cambiando a pasos agigantados. A partir de diciembre de 1994, México ha padecido su crisis más severa desde la Revolución de 1910. Ha pasado por un levantamiento indígena en el sur, una narco-guerra en el norte, una devaluación del peso que devastó las economías tanto de la capital como de las ciudades de provincia, una aterradora ola criminal en todo el país, y un sentimiento general de crisis de identidad debido al hecho de que millones de mexicanos han seguido la ruta migratoria hacia Estados Unidos.

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