México
está con los nervios de punta. La histeria colectiva se ha manifestado
en una ruptura espectacular entre espíritu y carne; los mexicanos
están simultáneamente involucrados en búsquedas
espirituales y sexuales. En años recientes, México se
ha re-sacralizado, experimentando un resurgimiento tanto
del catolicismo popular (la Virgen de Guadalupe aparece milagrosamente
con creciente frecuencia estos días, en todas partes desde campamentos
de trabajo de migrantes en Estados Unidos hasta estaciones del metro
en la ciudad de México) como del Pentecostalismo, la versión
evangélica insurgente del Cristianismo que le está haciendo
pasar un mal rato a la Virgencita. Al mismo tiempo, México ha
sido re-sexualizado, el deseo convirtiéndose en la
metáfora más obvia para la crisis en México hoy
en día. |
Espíritu,
carne: a final de cuentas la misma búsqueda, sostenida por una
economía y una identidad en proceso de desmoronarse. |
Común
también es encontrar distritos oficialmente delimitados como
zonas rojas. En Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, las autoridades
municipales han creado otra ciudad dentro de la misma ciudad, repleta
de retenes de control de drogas y armas de fuego, y estrictas normas
sanitarias que incluyen revisiones periódicas de enfermedades
transmitidas sexualmente. |