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Otro
signo es un desplazamiento de los rituales del baile-como-sexo en los
salones de baile hacia el acto mismo en verdad. En la ciudad de México,
los antros de sexo (sex clubs) que una vez fueron clandestinos
ahora se encuentran uno tras otro sobre la Avenida Insurgentes, la principal
arteria de la ciudad que corre de norte a sur, anunciando la carne en
marquesinas chillonas de neón estilo Las Vegas. En estos antros,
el table dancing es sólo el más soso de los espectáculos. |
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Los radicales sexuales encontrarían muchos motivos para celebrar en esta representación pública de una novela de John Rechy. Pero la crisis, económica y culturalmente, espiritual y sexualmente, apenas ha comenzado. Los líderes derechistas católicosy pentecostales están organizando un ataque contra la plaga inmoral. Y
luego está el costo privado de que esta contradicción
privada se haya hecho pública. Yo viví en la ciudad de
México durante dos años en una época en la que
la crisis ya estaba en su apogeo. Quizá debiera decir que más
bien la ciudad me bailó. El sexo que describo aquí es
algo de lo que sé porque yo mismo me he abandonado a él.
Al principio, me dejé llevar por lo que experimentaba, por el
increíble erotismo que representaba tener todo lo oculto y lo
prohibido ahí desplegado ante mí, cualquier deseo y tentación
secretos. |
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En
más ocasiones de las que me hubiera gustado, recibí el
amanecer bajo el efecto de combinaciones de drogas y alcohol cada vez
más volátiles, mi cuerpo entrelazado en el cuerpo de otro,
en los cuerpos de otros, mi propio género y orientación
tan intercambiable como los de ellos. |
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