La gente que escribe, la gente que hace cine documental, los pintores, tienen siempre la posibilidad de corregir y de editar, es bien visto que aclaren sus ideas y afinen sus objetivos, lo que a todos nos interesa es conocer su punto de vista, es aprender a través de ellos y es conocer a través de sus ojos, el fotógrafo también tiene derecho a esto. No importa el recurso, importan las ideas, importa la creación, importa la información, importa la comunicación.

Esta expansión del tiempo es directamente proporcional a la expansión del contenido, las imágenes adquieren un carácter de metalenguaje pero sobre todo adquieren un carácter narrativo.

El fotógrafo ahora se empecina en contar historias, ya sea en series o en piezas únicas.

Por supuesto que esta posibilidad al alcance de todos genera, como lo ha generado siempre cualquier medio de comunicación o lenguaje artístico, una enorme cantidad de basura, pero a nosotros nos importa lo que el tiempo criba.Ejemplos sobran, baste citar a Jeff Wall y a Pedro Meyer.En otras mesas ya se habló o se hablará de los multisoportes para la fotografía, el audio, el hipertexto, el video, pero yo quiero concentrarme por ahora en la imagen fija producto de esta nueva y enorme concepción de ensanchar el tiempo con el segundo obturador.

Definitivamente no podemos hablar de madurez del medio, afortunadamente podemos pensar que los cismas que este medio causó en una década han ido tomando un justo nivel frente al fenómenos, pero sobre todo, ante la contundencia de lo digital como herramienta más que como proceso artístico. En la actualidad otro de los usos sorprendentes que podemos ver para esta nueva tecnología es lo que llamamos híbridos, es el encuentro y cruce de tecnologías, es el encuentro para llegar a acuerdos y utilizarse mutuamente, es expandir no el tiempo como en el punto anterior, sino las posibilidades de viejos recursos, de anteriores concepciones, para llegar a nuevos públicos y nuevas necesidades.

Cuando hablé del fotoperiodismo mencionaba uno de los más claros ejemplos de esto, fotografiar con las más modernas herramientas digitales para dar salida y poner en circulación nuestro trabajo en soportes tradicionales como los periódicos impresos en papel, pero hay muchos más ejemplos de este afortunado encuentro, aquí mismo hemos apreciado la exposición de Ken Merfeld quien cruza el colodión en placas con salida digital, pero me referiré a un caso concreto del cual he sido copartícipe, actualmente como parte de Fotoseptiembre, se exhibe en la fábrica de Artes y Oficios de Iztapalapa una muestra resultado de talleres que he impartido en diferentes partes del país donde exploramos las posibilidades de la cámara Holga, este rudimentario equipo, casi un juguete que permite a los participantes explorar y sobre todo, estirar el lenguaje fotográfico más allá de las limitantes técnicas y formales, pero que además utilizamos todas las nuevas tecnologías a nuestro alcance para dar salida a las fotografías realizadas.

Estamos utilizando dos puntas extremas de la madeja, fotografiamos casi como a inicios de la fotografía pero retocamos e imprimimos de la manera más vanguardista.

El resultado es que los participantes amplían su percepción del lenguaje fotográfico y lo ubican en un espectro de 180 grados. Una conclusión natural a la que se llega es que todo se vale, que todos los recursos están a nuestro servicio, que lo importante es, a final de cuentas, el contenido, las ideas, el mirar como expresión del pensamiento. Por otro lado, el fenómeno Holga ha encontrado en internet su mejor espacio, diariamente se abren infinidad de galerías mostrando el trabajo de esta extraña tribu que trabaja con equipos rudimentarios en la captura pero que utiliza lo más moderno en la difusión, de manera paralela se establecen foros de discusión, hay páginas que diario colocan una nueva imagen, los fotógrafos intercambian experiencias y tips, la venta de estas cámaras se realiza mayormente vía internet y en fin, podemos hablar de una comunidad que sin detenerse en discutir la pertinencia o no de los medios, los utiliza desenfadadamente, pongo este ejemplo entre muchos más que podríamos citar, porque me parece es un síntoma de los tiempos que corren, tal vez en un optimismo desmesurado pero desde luego sin utopizar, creo que estamos madurando en nuestra relación como creadores frente a este fenómeno (el digital), creo que los fantasmas que teníamos hace una década empiezan a disiparse, sin duda surgen otros, pero los primeros, creo que los estamos aceptando.

Como colofón a este punto quiero mencionar que cada vez es más común que encontremos por ejemplo, exposiciones donde conviven impresiones químicas e impresiones digitales, sitios de internet que muestran procesos químicos antiguos, creadores tradicionales explorando las nuevas herramientas ya sin el temor a que la máquina se sobreponga a las ideas.
video