Doña Josefina


QuickTime audio 98K



Me vine a la ciudad como a los diez años, nos quedamos huérfanos seis niños en nuestra casa y fue cuando nos dijeron que mejor nos viniéramos para acá. Pero nosotros pensábamos que México era un pueblito, que íbamos a trabajar en el campo.

Me vine a encontrar con que la ciudad tenía muchos edificios y muchas casas. Yo quería hacer fogatas, buscaba lumbre para hacer tortillas y aquí no se podía hacer lumbre. Aquí usaban un brasero con carbón. Entonces había que conseguirse brasero para hacer las tortillas.

Yo cuando me vine para acá vestía de "maría"* y andaba descalza vendiendo limas y limones en la calle. Después me pusieron a trabajar de sirvienta vestida de "maría" y sin hablar el español. Trabajaba ahí por Niño Perdido, por el mercado de San Juan de Letrán.
Los patrones me trataban bien porque cuando no entendía me volvían a decir. Tenía como diez años yo. Era por el 63, ganaba un peso al mes, y como trabajé ahí tres meses porque me quemé con la estufa, pues me gané tres pesos.

Ya cuando tenía 14 años empecé a vender y me compraba mis zapatos de hule y mis vestidos. Ya entrando a los 15 años conocí a mi marido y me fui con él, pero todavía no tenía 15 años. Ya cuando me casé seguí vendiendo comercio de pepitas, palanquetas, vendía diferentes cosas, hasta ahorita, que mi hermano me ayuda vendiendo chicharrones con limón.

*María, nombre que reciben las migrantes indígenas en la ciudad de México.


Historia contada por Josefina Flores Romualdo, originaria de San Felipe del Progreso, Estado de México, vive en el Distrito Federal