El
Chino sufre uno de sus ataques de epilepsia. Sus amigos han tratado
de que él deje de inhalar solvente (thinner), ya que es la causa
del ataque. Pero sigue haciéndolo. A él no le importa. |
Corrían
para reunirse con los demás en el edificio abandonado, a la mitad
de la noche, con helado de chocolate, vainilla y fresa. La fiesta continuó
hasta que todos estaban tan llenos que no podían comer más.
Después de haber irrumpido en la misma heladería durante
varias noches seguidas fueron atrapados por policías vestidos de
civiles. Los policías los golpearon, los raparon y les robaron
su dinero. Durante esa época la madre de Lalo estaba en la cárcel
por robar algo en una tienda. |
Julio
César, "el Cagón", y "la Chikis"
"Creo
que he sido una buena madre, a pesar de que Julio César me abandonó.
Ha estado de vagabundo desde que tenía cuatro años y cada
vez tenía que ir más lejos a buscarlo. Cuando nació
mi segundo hijo y mi esposo murió en un accidente se me acabó
la fuerza. Finalmente, lo encontré en una institución para
los niños de la calle y le supliqué que regresara conmigo.
El sólo quería saber quién era su verdadera madre.
No me quería ver por que yo era su madre adoptiva, pero yo sabía
que su verdadera madre no quería tener que ver nada con él.
¿Cómo iba yo a poderle decir algo así?" |
Cuando
el Chikelín fue terriblemente golpeado por su padrastro se fue
de su casa. Al poco tiempo de estar en la calle se hizo amigo del Abuelo,
quien trabajaba en un puesto de periódicos. Todos los niños
de la terminal de camiones le pedían prestadas revistas de caricaturas
para verlas y el periodiquero les daba trabajillos. Ese era un lugar en
el que los niños eran bienvenidos. Los taxistas cercanos a la terminal
de camiones también eran amigos de los niños y los ayudaban
con ropa y comida. El Chikelín hacía todo tipo de suertes
para el Abuelo y empezó a vender periódicos. No tomó
mucho tiempo antes de que empezara a vivir con el Abuelo y su familia.
Un año después regresó a vivir con su madre. Habían
arrestado a su padrastro. |
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Ismael
canta en el metro. Los domingos, yendo hacia el Bosque de Chapultepec,
observa a los pasajeros para buscar a su presa. Un hombre bien vestido,
sin esposa, sin niños. Le grita "¡Papá!", mientras
de un salto cae sentado en el regazo del señor y empieza a cantar.
Los otros pasajeros se ríen. El hombre no puede resistir y le dá
algunas monedas. |
. . . . . . . .
Ana
vivía con su bebé de dos meses y su novio nuevo, Miguel,
en un depósito de basura en la estación del tren. Las dos
puertas de metal de la entrada no permiten la entrada de luz en ese cuarto
sin ventanas. Al medio día, el basurero tira en el piso su carga
de cascarones de huevo, sobras de comida y un sin fin de cosas irreconocibles
en descomposición. Siempre hay un olor dulzón en el lugar.
Un día el bebé hambriento no paraba de llorar y Miguel lo
mató, pues se encontraba drogado y no toleraba tanto ruido. |
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