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30 de septiembre de 1993

El dolor no me ha dejado dormir en toda la noche. Decidí dormir en el piso junto a la cama de mis padres, en vez de quedarme solo. Cuando llegué al trabajo el dolor era tan fuerte que apenas podía caminar. Empecé a llorar. No puedo estar de pie quince minutos mucho menos siete horas. No creo que pueda trabajar más. Le dije a mis amigos que tengo que dejar mi trabajo.

Estoy seguro de que mis jefes piensan que soy un empleado en el que no se puede confiar. Por dentro estoy gritando, pero nadie puede escuchar.

 

 

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"Grito"




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