Me avisan que la reunión empezará a las nueve en el Ayuntamiento. Me voy a pie y me encuentro con Marty Pottenger quien llegará mañana. Me dicen que es una carpintera vuelta carpintera/intérprete/narradora de cuentos. Tengo ganas de conocerla.

Decido usar mi cámara de video para tomar fotos. La calidad es lo suficientemente buena para hacer imágenes que puedan ser enviadas por el internet. Miro el paisaje y descubro cables de teléfono por todas partes. Me gusta eso porque ahora podemos enviar fotos de un paisaje a través de esos mismos cables. ¿De qué serviría el paisaje si nadie lo pudiera ver? Nunca pensé que pudiera enviar mis fotografías por un cable telefónico. De por sí era difícil entender que uno podía enviar su voz, así que enviar una foto, eso me parece realmente mágico.

Ahora todo lo que veo es milagroso. Me topo con Dan Atchley ejecutando un ritual de representación digital que presenta las partículas atómicas de aquellos que están observando su espectáculo. La historia que cuenta en la computadora es simultánea a lo que ocurre en el mundo; envía una señal al resto del planeta haciéndole saber a todos que los tiempos de contar historias digitalmente han comenzado. No hay vuelta de hoja. Se escuchan risas, pero son risas nerviosas. Todos tenemos miedo. Nadie sabe si alguna vez podremos volver a contar buenas historias otra vez. Ni siquiera el.