El
Vaticano les dio un recurso económico de $ 17,000 para ayudarlas
a realizar algún proyecto comunitario. Decidieron utilizar
ese dinero para hacer algo constructivo: construir sus casas nuevas,
ya que muchas eran de lámina y otras carecían de ella.
Todas juntas comenzaron a hacer adobes, cimentar y levantar los
muros, techar con carrizo y teja.
Esto
causo desdeño, envidias y escarnio por parte de los hombres
y lo viejos. Ahora que ya han terminado 14 casas de excelente calidad,
su trabajo ha sido reconocido con gran admiración.
Carmela
está trabajando en la casa de Julia, toma un pequeño
respiro antes de poner un adobe en la azotea.
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