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A mí me parece que la práctica del abuso infantil o el acoso sexual son conductas mucho más difundidas y responsables de los malestares sociales que cualquiera de las muy calumniadas nuevas tecnologías. No creo que uno pueda adoptar algo sin una visión crítica, pero habiendo dicho esto, también creo que es en beneficio nuestro el profundizar más allá del comentario fácil basado en otras interpretaciones simplistas, al grado de que en algunos círculos intelectuales y artísticos casi se considera como un emblema de honor el ser ignorante de lo que las tecnologías tienen que ofrecer, ya no digamos de hecho usarlas.

Sé que nos hemos desviado un poco de nuestro curso, pero sucede que con mucha frecuencia escucho que se esgrimen estos argumentos en contra de las tecnologías, lo cual me hace pensar que es mejor tratar estos asuntos desde un comienzo en vez de dejarlos merodear en segundo plano sin que se discutan. En el caso de que ustedes estuvieran de acuerdo con algunas de mis premisas, esto nos abre un poco más el campo para adentrarnos en los asuntos que se refieren al mundo de la fotografía, sin distraernos o que se nos descarte por "nuestra estupidez somnolienta o nuestro entusiasmo peligrosamente ingenuo" como quisiera aquel crítico en el Internet. Aunque sus observaciones no iban dirigidas a nadie en particuar, considero que a lo menos merecen ser rebatidas.

Ya que el tema que propuse del que hablaría es el "renacimiento de la fotografía", no podemos pasar de largo el hecho de que nos encontramos en medio de una revolución total, del tipo de las que no se han visto desde los comienzos de la revolución industrial. La fotografía no es sino una pequeñísima parte de este reciente cambio tecnológico abismal, y las transformaciones no sólo tienen que ver con las herramientas que podamos decidir usar, sino con la forma en que finalmente nosotros como personas responderemos a algunos de los asuntos suscitados por tales cambios. Uno de los temas fundamentales trata sobre nuestras percepciones del mundo visto a través del espejo de la fotografía.

Concentrémonos por un momento en uno de los temas más polémicos de ahora, y que mantiene a tantas mentes en fiero debate y enemistadas entre sí. Estoy hablando de la "representación de la realidad", cuestiones tales como LA VERDAD en fotografía (sea lo que sea que esto signifique para cada uno de ustedes). Una y otra vez me ha desconcertado el hecho de que este asunto de la "veracidad" sea un tema tan candente, cuando de hecho el problema de la realidad y su representación es uno muy viejo y que antecede a la fotografía por siglos, literalmente.

Maurice Tuchman (Curador en Jefe Emérito del Museo de Arte del Condado de L.A.) me recuerda que capítulos claves en el recuento de la historia del arte han sugerido que el mayor logro del arte, en su efecto literal, es la duplicidad: la simulación de la apariencia del mundo natural. Según la leyenda, hubo una competencia entre dos pintores rivales griegos, Zeuxis y Parrhasisus; Zeuxis pintó unas uvas tan realistas que los pájaros llegaban en tropel para picotearlas. Muy seguro de haber demostrado su superior destreza artística, Zeuxis exigió que Parrhasisus descubriera su pintura, para que pudiera hacerse la comparación.

De manera triunfante, Parrhasisus declaró que la cortina que cubría la pintura era de hecho la pintura en sí ­el mismo Zeuxis había sido engañado.

Creo que es tiempo de que reconsideremos la noción colectiva que tenemos acerca de cuáles son los asuntos con los que de hecho trata una fotografía. Tengo la impresión de que durante los últimos ciento cincuenta años hemos estado picoteando las imágenes fotográficas, muy como hicieron los pájaros con las uvas de la pintura de Zeuxis, confiando en que estábamos lidiando con la realidad misma. Es sólo ahora que, con la creciente conciencia que han traído consigo las nociones de lo que puede lograr la fotografía digital, estamos comenzando a descubrir lo que la fotografía ha sido todo el tiempo: el acto mismo del engaño. Una vez más, Parrhasisus ha ganado. La fotografía blanco y negro "Moon rise over Hernández" de Ansel Adams, era simplemente eso, la fotografía en sí, y no el paisaje.






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