La boda Él
fue el primer hombre al que Fermina Daza oyó orinar. Lo oyó
la noche de bodas en el camarote del barco que los llevaba a Francia,
mientras postrada por el mareo, y el ruido de su manantial de caballo
le pareció tan potente e investido de tanta autoridad, que aumentó
su terror por los estragos que temía. Aquel recuerdo volvía
con frecuencia a su memoria, a medida que los años iban debilitando
el manantial, porque nunca pudo resignarse a que él dejara mojado
el borde de la taza cada vez que la usaba. El amor en los tiempos del cólera |