Los conejos

En una mañana como esa, el doctor Giraldo había comprendido el mecanismo interior del suicidio. Lloviznaba sin ruidos, en la casa contigua silbaba el turpial y su mujer hablaba mientras él se lavaba los dientes.
- Los domingos son raros - dijo ella, poniendo la mesa para el desayuno - . Es como si los colgaran descuartizados: huelen a animal crudo.


La mala hora



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