La ciencia Era
Pilar Ternera. Desde que ésta la vio entrar, conoció los
recónditos motivos de Meme. Siéntate, le dijo.
No necesito de barajas para averiguar el porvenir de un Buendía.
Meme ignoraba, y lo ignoró siempre, que aquella pitonisa centenaria
era su bisabuela. Tampoco lo hubiera creído después del
agresivo realismo con que ella le reveló que la ansiedad del
enamoramiento no encontraba reposo sino en la cama. Cien años de soledad |