El jugador de billar
Se me
ha ocurrido el mejor negocio del mundo - dijo. Ana comprendió
que él había molido un mismo pensamiento desde el atardecer.
- Me voy de pueblo en pueblo - continuó Dámaso -. Me robo
las bolas de billar en uno y las vendo en el otro. En todos los pueblos
hay un salón de billar.
- Hasta que te peguen un tiro.
- Qué tiro ni qué tiro - dijo él - . Eso no se
ve sino en las películas.
En
este pueblo no hay ladrones
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