Último día en Birmingham. En la mañana, revisé el trabajo de la gente que todavía quedaba en mi lista. Comí algo y tomé el tren a Duckspool en Tauton, Inglaterra. Allí voy a impartir un taller de tres días.

© Pedro Meyer 2001

He comenzado un juego que consiste en especular y hacer la biografía de aquellos que están sentados en los asientos más cercanos al lugar en donde estoy en el tren. No fue difícil inventar una historia acerca del hombre que tengo enfrente ya que ha estado leyendo intermitentemente todo tipo de revistas militares.Lleva el cabello muy corto y salen cervezas de su maleta una tras otra. No es necesario ser un científico espacial para concluir que esta persona debe ser algún tipo de soldado.

Por su parte, la pareja de pelo encanecido que está al otro lado del pasillo, tiene definitivamente el tipo del intelectual. Parecen ser académicos, pero no es improbable que también tengan algo que ver con la religión.

© Pedro Meyer 2001

El hombre que está sentado una fila más delante de mí, todo el tiempo está viendo por la ventana. Parece estar en algún estado de melancolía, se ve muy triste y probablemente tiene un problema con su esposa o su novia, o ambas.

Siempre me ha parecido que todo lo relacionado con los trenes es triste, si no es que francamente trágico. Las estaciones me recuerdan inevitablemente los lugares en donde se combatió la Segunda Guerra Mundial; los judíos llevados a los campos de concentración; la gente huyendo del frente de combate o de sus países. Seguramente, he internalizado algunas de las experiencias que mi familia tuvo cuando yo era un niño que cargaban de estación en estación en una canasta para el mercado, mientras huíamos de Europa. Tampoco puedo descartar la influencia que tuvo sobre mi inconsciente ver las películas de aquella época. De cualquier forma, un mundo separa la sensación que me causan los trenes y las estaciones a la sensación que me provocan los aeropuertos. Estos últimos tiene que ver con el optimismo y el sentirse bien. No es un juego de palabras, pero te elevan.

© Pedro Meyer 2001

 

 

 

Llego a tiempo para la cena y me reúno con algunos de los fotógrafos que van a participar en el taller.

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